No estamos solos, nuestro cuerpo está cubierto de microbios, hongos, virus e incluso otros animales. Aunque no estemos conscientes de ello, al menos dos especies de ácaros microscópicos habitan los poros de nuestro rostro.
Arácnidos minúsculos
Los ácaros Demodex son arácnidos minúsculos (parientes de las arañas y garrapatas, de aproximadamente 0.4mm) que viven en los poros y folículos del pelo de los mamíferos, incluyendo el ser humano. Normalmente se encuentran en la nariz, frente, mejillas, raíces de las pestañas y barbilla.
Un equipo de investigadores del Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte y la Academia de Ciencias en California, Estados Unidos, descubrieron algunos hechos interesantes acerca de estos ácaros poco conocidos.
Uno de los hallazgos más importantes, fue que existen en absolutamente todas las personas. Si bien no siempre es fácil observarlos mediante los métodos tradicionales, encontraron ADN de ácaros en todas las muestras de piel facial obtenidas.
Un de los misterios más intrigantes acerca de estos seres microscópicos, es cómo llegamos a adquirirlos. Al analizar las dos especies que portamos, Demodex folliculorum y Demodex brevis, los científicos se sorprendieron al constatar que no están estrechamente relacionadas entre sí. De hecho, D. brevis es más similar a los ácaros de los perros. Esto demuestra que obtuvimos cada una de estas especies de manera distinta. Es probable que algunos animales domésticos nos hayan compartido sus pequeños acompañantes.
Ambos son artrópodos, el grupo incluye animales de piernas articuladas como insectos y cangrejos. Al ser ácaros, sus parientes más cercanos son las arañas y garrapatas.
Demodex, tienen aspecto de gusano o lombriz y comen el sebo junto al folículo piloso.
Los ácaros Demodex probablemente han estado viviendo con el hombre desde que salió de África por primera vez, llevándolo consigo a todo el mundo. Los investigadores descubrieron que el D. brevis hallado en China es genéticamente distinto del americano. La poblaciones europeas y asiáticas divergieron hace más de 40 mil años y, al parecer, sus ácaros también lo hicieron. Curiosamente, D. folliculorum es el mismo en todo el mundo.

Misterios microscópicos
Sin embargo, no está claro qué obtienen de nosotros. Ni siquiera sabemos con certeza de qué se alimentan. Lo que sí se sabe con certeza es que colocan sus huevos alrededor del poro donde viven, afirmó Megan Thoemmes, co autora de la investigación.
«Todos los tenemos y, probablemente, en grandes cantidades.»
Si bien la idea de tener ácaros en el rostro suena desagradable, desde un punto de vista evolutivo somos «viejos amigos». En general, estos pequeños arácnidos llevan una convivencia benigna con sus anfitriones.
¿Son dañinos?
Estos ácaros no tienen ano, pero de todos modos tienen que defecar. Así que esos desechos se van guardando hasta su muerte cuando explotan, por lo que se degradan en nuestra cara.
Eso puede sonar horrible pero, sorprendentemente, parece que los ácaros no son dañinos.
«Si tuviésemos una fuerte respuesta negativa, estaríamos viéndola en una mayor cantidad de personas», dice Thoemmes.
En un estudio publicado en 2012 Kavanagh concluyó que la raíz del problema radica en los cambios en la piel de las personas debido, por ejemplo:
- Envejecimiento.
- Exposición al clima y a la contaminación, lo que altera el sebo
Los resultados del estudio han sido publicados en la revista científica PLOS ONE.