Un cráneo del Pleistoceno Medio hallado en China muestra evidencias de una contusión por objeto pesado
Al analizar con alta tecnología un cráneo humano de hace 126,000-129,000 años hallado en Maba, China, investigadores de la Universidad Witwatersrand de Johannesburgo, Sudáfrica, descubrieron una marca de 14 milímetros muy similar a la cicatriz que queda, después de curarse, tras un golpe con un objeto contundente.
Esta agresión intencionada podría ser la más antigua documentada.
El cráneo del hombre de Maba, que se conserva en la Academia China de Ciencias, fue descubierto en junio de 1958 junto a los restos de otros mamíferos en una cueva de la provincia de Guangdong por agricultores que removían la tierra para sus cultivos. El fósil humano, del Pleistoceno Medio, fue analizado mediante resonancia magnética y microscopía estereoscópica. Los científicos observaron una lesión de 14 mm con reborde.
La identificación de lesiones traumáticas en los fósiles humanos es de especial interés debido a los comportamientos implicados: heridas accidentales o intencionales, violencia interpersonal potencial, y también el apoyo social necesario para el cuidado y la recuperación de las víctimas. Aparte de los neandertales, la evidencia segura de curado de las lesiones traumáticas es muy rara entre los restos humanos del Pleistoceno.
Los autores del estudio, que es publicado en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de E.U., sospechan que el golpe que causó el traumatismo habría sido intencionado, y que para recuperarse el agredido habría recibido los cuidados y la ayuda de su grupo.
“Lo más probable es que la herida fuera causada por otro ser humano temprano atacándolo en la cabeza con un objeto contundente. Maba resultó herido en una región del cráneo donde en la actualidad vemos comúnmente heridas de este tipo. Una lesión accidental, como una caída, es posible. Pero si el individuo Maba se hubiera herido al caer, la posición de la lesión habría sido diferente, más hacia la parte posterior o en la frente”, explica Lynne Schepartz, una de las coautoras del estudio.
El descubrimiento de la herida es importante porque contribuirá a comprender mejor cómo se relacionaban nuestros ancestros, no sólo en sus aspectos más agresivos sino también solidarios. “El cráneo estudiado estaba hundido debido a la potencia del impacto. Un golpe tan fuerte causaría pérdida de conciencia, dolor de cabeza y náuseas, y pérdida de memoria asociada con una conmoción cerebral. Se recuperó gracias a los cuidados de sus congéneres“, señala la antropóloga.
Los investigadores creen que la evidencia apunta hacia la existencia de redes de cuidado y apoyo dentro de estos grupos prehistóricos. “Se atacaban mutuamente, se peleaban, disponían de armas, de modo que era una situación grave; pero, al mismo tiempo, se ayudaban entre ellos.”
El ‘hombre de Maba’ no era un ser humano moderno; pertenecía a una población definida como ‘arcaica’ que vivía en el este de Asia al mismo tiempo que el hombre de Neandertal campeaba en Europa.