Para evitar la propagación de una enfermedad marina, científicos de distintas ramas están arrojando antibióticos al océano, de acuerdo a una investigación publicada en Popular Science.
La afección daña a los corales al causarles una decoloración de su superficie. Además, está arrasando con los arrecifes de los Cayos de la Florida, un archipiélago de mil 700 islas en los Estados Unidos.
Como todos los animales, se enferman
Los corales pétreos son fácilmente confundidos con rocas, aunque en realidad son animales. Cada colonia de corales está formada por pequeños pólipos, organismos de cuerpo blando de la misma familia de las anémonas y las medusas.
Decoloración, enfermedad
La decoloración, una aflicción cada vez más común, se produce en las colonias sometidas a estrés térmico (por cambios de temperatura). Éstas expulsan sus coloridas algas fotosintéticas y se vuelven blancas.
Para empeorar su situación, la enfermedad podría ser autoinmune, por lo que las bacterias y los virus marinos también amenazan la supervivencia de los corales.
En 2014, un científico que buceaba cerca de Miami notó algunos corales de apariencia virgen, en donde el tejido muerto se había desprendido recientemente del esqueleto. Fue el primer avistamiento de una nueva condición llamada enfermedad de pérdida de tejido de coral pedregoso.

Océano en peligro
La enfermedad se ha expandido por los arrecifes, a lo largo de los condados de Broward y Miami-Dade durante los últimos dos años. El daño ha alcanzado a más de 20 especies, incluidas variedades como el coral cerebro y el de roca, los cuales forman la base del arrecife.
Puede acabar con una colonia de 800 años de edad, del tamaño de un automóvil, en cuestión de semanas.
Además de que los hábitats importantes se desvanecerían, el poder de ruptura de las olas del arrecife disminuiría, dejando a la costa cada vez más vulnerable a tormentas.
Mientras los científicos se apresuraban a evaluar el daño descubierto en 2014, la misteriosa enfermedad comenzó a abrirse paso hacia los Cayos de la Florida, a veces moviéndose 16 kilómetros en un mes.

Para enero de 2019, había infectado áreas al sur como Key West, que abarcaban gran parte del Santuario Marino Nacional, el cual protege más de 50 tipos de coral y cientos de especies de peces.
Tal propagación sólo significaba una cosa: este fenómeno no era sólo otra enfermedad, sino una plaga.
Así que científicos de todas la ramas están buscando soluciones. Un indicio de esperanza: las colonias infectadas mantenidas en cautiverio se podrían recuperar con la ayuda de antibióticos.
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Antibióticos al océano
Arrojar antibióticos al océano es problemático. La industria de la piscicultura los utiliza en abundancia, pero enfrenta críticas por causar resistencia bacteriana en las aguas circundantes.
Los medicamentos también terminan en las cadenas alimenticias marinas, porque las plantas de aguas residuales no tienen forma de eliminar los compuestos de los recursos que trata.
Ahora, con la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), Karen Neely, bióloga marina, y sus compañeros están agregando más productos químicos a los corales en el océano.
Sin embargo, el método no muestra grandes resultados, pues tres de las cuatro colonias tratadas aún están enfermas.
En realidad, los antibióticos no desharán el daño, pero pueden evitar que se propague por toda la colonia.
De los corales dañados, su superficie acanalada es suave y saludable, aunque por dentro tienen un esqueleto desnudo y afilado.
“Hemos estado estudiando las enfermedades de los corales durante 30 o 40 años. Todavía estamos en la Edad Media. Nuestros tratamientos son como pegar sanguijuelas y esperar lo mejor“, aclara Karen Neely.
Mientras en la tierra se puede declarar cuarentena para los animales enfermos o poner alguna barrera para evitar que se propague un brote, en el agua esto es muy complicado.
Calentamiento global
La actividad humana ha hecho más probable la aparición y propagación de infecciones en el mar. Los corales ya estresados por el calor o la contaminación se enferman más fácilmente. Y el daño causado por los humano puede ayudar a los patógenos a afianzarse en estas especies marinas.
La mayoría de las plagas marinas entran en un periodo inerte cuando bajan las temperaturas, sin embargo, ahora no parecen tomar “vacaciones” de invierno pues la temperatura del mar ha aumentado.

Esta situación deja a los arrecifes sin un tiempo de recuperación habitual. La consecuencia es la pérdida un tercio de los corales de Florida, por lo que es quizás la enfermedad más destructiva que haya golpeado el arrecife.
El calentamiento global provoca que este tipo de plagas de rápido crecimiento, de gran alcance y aparentemente imparables sean más probables.
“Un planeta que sea bueno para los microbios no será tan seguro para nosotros”, dice Drew Harvell, ecólogo marino de la Universidad de Cornell.
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Un rescate complicado
Incluso con consecuencias tan peligrosas como éstas, la decisión de aplicar antibióticos sigue siendo arriesgada. Su uso generalizado en la agricultura y la medicina ya ha provocado un aumento en las bacterias resistentes a los medicamentos.
Para minimizar el peligro, Karen Neely utiliza una mezcla de amoxicilina, un antiséptico que mató la enfermedad en pruebas de laboratorio, en una pasta que libera lentamente el medicamento en los tejidos del coral.
La mezcla se endurece cuando se expone al agua de mar, lo que hace que sea menos probable que su contenido se filtre hacia el océano. Sin embargo, estas dosis podrían no ser suficientes. Y, tampoco hay bastantes recursos para tratar a todos los corales enfermos en cada arrecife.

En su lugar, se están enfocando en puntos clave en donde las especies en peligro de extinción podrían desaparecer.
No hay ninguna garantía de poder derrotar a un patógeno tan agresivo, pero lo rechazarán el mayor tiempo posible.
Mientras, los científicos han comenzado a explorar otros métodos más audaces, incluida una operación masiva para rescatar a los corales más raros del arrecife antes de que desaparezcan por completo.