El estudio del polvo intelestelar ha llevado al desarrollo de aspiradoras antialergias
Las partículas de polvo interestelar son estudiadas para comprender cómo se originó la materia en el Universo, también son las semillas de la vida en nuestro planeta. Además, suponen un riesgo para los satélites, lo que hace necesario su caracterización: un impacto a alta velocidad podría dañar ciertos componentes, como los delicados paneles solares.
El científico austriaco Heinrich Iglseder desarrolló un sensor que analiza la composición química del polvo interestelar y determina su velocidad y dirección. Instalado en distintas sondas, ha descubierto la existencia de ‘regueros de polvo’ en el espacio, en los que la concentración de partículas es entre 100 y 1,000 veces superior a lo habitual.
Aquí en la Tierra, el polvo (sobre todo las partículas generadas por la combustión de los motores diesel) puede llegar a tener un efecto perjudicial para la salud, como es el caso de alergias. En las alfombras, ciertas partículas tóxicas o cancerígenas, como el plomo o el cadmio, se acumulan con el tiempo.
Esto llevó a Iglseder adaptar su sensor espacial a las aspiradoras domésticas: alojado en el interior del tubo del electrodoméstico, mide la cantidad de polvo que lo atraviesa y muestra la información mediante luces sobre el cepillo que permiten determinar si la zona aspirada está realmente limpia.
Por supuesto, es sólo uno de los miles de casos en que la tecnológica del espacio se ha integrado a la vida cotidiana, ahora con las aspiradoras antialergia. Fuente: Agencia Espacial Europea

