Tener una cuenta bancaria basada en tu propio número de teléfono móvil te permitiría realizar cualquier transacción financiera en todo momento, sin necesidad de acudir al banco y a bajísimo costo. Es justamente los servicios financieros de la unión europea como Cyberplus de Banque Populaire, democratizados para la base de la pirámide.
El alto costo que se paga por los servicios financieros, así como una red insuficiente de oficinas bancarias, sobre todo en las zonas rurales, son dos causas principales de que en México sólo una cuarta parte de la población utilice los servicios de la banca privada. El resto prefiere métodos tradicionales como invertir en animales de granja, ahorrar por medio de las llamadas ‘tandas’, o acudir a prestamistas cuando necesitan efectivo.
Sin embargo, un experimento realizado en Kenia con enorme éxito podría ser la respuesta idónea para que los jornaleros y gente de bajos ingresos en general realice sus transacciones financieras, como guardar lo recibido por las cosechas, recibir envíos de dinero de los parientes y por concepto de apoyos gubernamentales, o bien obtener liquidez sin necesidad de recurrir a onerosos créditos. Esta solución consiste en utilizar el número de teléfono celular como número de cuenta y el propio aparato para hacer las transacciones.
¿Cómo funciona esto?
Bueno sabemos que el teléfono celular es, en esencia una tarjeta inteligente, con un lector de tarjetas incorporado (el teléfono en sí). De acuerdo con la Fundación Bill y Melinda Gates, bajo su programa Servicios Financieros para los Pobres, esta plataforma tecnológica podría valerse de cualquier tiendita o puesto del país que sería habilitado para realizar la conversión del dinero en efectivo a dinero electrónico y viceversa (conocido como “cash-in/cash-out”), como lo hacen ya los operadores de telefonía celular con las tarjetas prepagadas.
Un ejemplo es Kenia, país con poco más de 40 millones de habitantes, donde la compañía de telefonía móvil Safaricom ofrece a sus clientes una cuenta transaccional básica, que aunque es emitida por este operador, lo maneja un ente denominado M-PESA, el cual invierte la totalidad de los recursos captados en cuentas bancarias y, por lo tanto, entran bajo el esquema de supervisión bancaria (es decir, la intermediación de los recursos lo hacen los bancos y no el operador móvil). Desde su lanzamiento, en marzo de 2007, M-PESA ha adquirido 13 millones de usuarios, equivalente a 63% de la población adulta del país. Entre sí, los usuarios de M-PESA realizan más transacciones en un año que Western Union suma en todo el mundo (en número de transacciones, no en monto, puesto que las transacciones de M-PESA tienen un tamaño promedio de unos 15 dólares contra los 400 dólares de Western Union).
El factor clave del éxito es que los usuarios de M-PESA tienen la opción de retirar o depositar dinero de su cuenta en 23,000 tiendas y puntos de venta autorizados del país, lo cual supera por 20 veces el número de sucursales de todos los bancos juntos. Además, ahí también realizan una gran cantidad de pagos y servicios, ello sin contar que pueden realizar retiros de la red de cajeros automáticos. Tal nivel de conveniencia, seguridad y bajísimo costo ha impulsado a millones de habitantes en Kenia, que nunca habían tenido acceso al uso de un servicio financiero formal, lo cual ha tenido enorme impacto en las tasas de inclusión financiera en el país, así como en el nivel de espíritu empresarial y en el bienestar de la gente en general.
De acuerdo con la Fundación Bill y Melinda Gates, México reúne muchas de las características requeridas para que este tipo de esquema sea exitoso, sobre todo por las necesidades de la población en cuanto a realizar y recibir remesas, por lo que puede resultar sumamente rentable para todos los agentes que participan en el ecosistema (el operador móvil que lo promueve, los bancos que invierten los recursos captados, las tiendas que realizan el cash-in/cash-out y, obviamente, los clientes) si se consigue suficiente escala con un modelo de negocios basado en altos volúmenes de transacciones.

