Nuevo estudio muestra que las personas de hecho comen menos cuando están bajo presión?
A éstas alturas, la idea de que la comida puede ayudarte a liberar el estrés es algo más allá del cliché: cuando las cosas se tornan difíciles parece ser el momento para buscar la comida más grasosa o dulce.
Pero respecto a su capacidad para aliviar la ansiedad, la comida en realidad no es lo que parece ser: un nuevo estudio argumenta que comer por estrés ni siquiera es algo tan real ? que el estrés, más que producirte hambre, hace que comas menos.
Para el estudio, 59 voluntarios llenaron un cuestionario para determinar que tanto entraban en tres categorías distintas de estilo de alimentación: alimentación restringida ? quienes monitorean y re restringen alimentos para mantener un peso sano; comedores externos ? quienes come en respuesta a ?claves de alimentos? como la vista o el olfato; y comedores emocionales, quienes consumen en respuesta a eventos emocionales negativos o positivos.
Cinco veces al día, durante diez días tras contestar el cuestionario, utilizaron una aplicación para informar sobre su estado emocional, nivel de estrés y lo que habían comido desde su último registro de entrada. Para cada entrada de alimentos, también observaron si se trataba de una comida completa o un aperitivo, que tanto su elección de alimentos fue influenciada por las limitaciones de tiempo y si el episodio fue impulsado por el apetito o por el sabor: ¿comían porque tenían hambre o comían porque querían lo que fuera que estaban consumiendo?
Al final del periodo de estudio, los investigadores descubrieron que contrariamente a la creencia popular, el estrés no era un factor que motivara a ?comer por sabor?. De hecho, los resultados mostraron lo opuesto: mientras más estresado estaba el participante era más probable que reportara comer por algo más que hambre.
A través de toda la muestra de participantes, la única relación que los autores encontraron entre la emociones negativas de todos los tipos y comer por sabor fue en las personas que comen menos cuando se sienten mal.
Curiosamente lo que sí aumentaba el comer por saber era lo opuesto al estrés: las emociones positivas hicieron que las personas comieran incluso cuando no sentían hambre. Esto quizás es por la tendencia a enfocar las celebraciones alrededor de la comida: ¿Cumpleaños? Pastel ¿Buenas noticias en el trabajo? Alguien lleva donas a la oficina para la junta. En cambio para malos momentos es más común salir a caminar, tomar un largo baño o simplemente llorar.
Los resultados fueron publicados en el diario Biological Psychology.

