Hasta el agua sabe más dulce cuando se está enamorado. El sentimiento altera las percepciones sensoriales
Hasta el agua sabe más dulce cuando estas enamorado, de acuerdo con un nuevo estudio liderado por el Dr. Kai Qin Chan, de la Universidad Radbound de Nimega en los Países Bajos. Efectivamente, el amor altera las percepciones sensoriales.
Los psicólogos conocen como “metáforas encarnadas” a las expresiones lingüísticas que describen un efecto real en el cuerpo. Por ejemplo, las personas solitarias sienten la temperatura de una habitación más fría que el resto de las personas. Igualmente, quienes están angustiados realmente sienten un mayor peso sobre sus hombros.
Considerando que el amor a menudo se asocia con la dulzura, el Dr. Chan y sus colegas investigaron si realmente se trataba de una “metáfora encarnada” con efectos reales. Reclutaron estudiantes de la Universidad Nacional de Singapur y condujeron dos experimentos. En el primero, se le pidió a los voluntarios escribir sobre una experiencia romántica, de envidia o neutra y posteriormente se les pidió que clasificaran dulces en base a su sabor.
Tras probar los dulces, los 197 estudiantes los catalogaron en base a su dulzura, amargura o acidez. Quienes habían escrito acerca de un romance clasificaron a los bombones como más dulces que quienes habían escrito sobre alguno de los otros dos temas.
En el segundo experimento, se le pidió a 93 nuevos estudiantes que repitieran el proceso, pero esta vez probando agua en vez de dulces. Los estudiantes creían que estaban probando una nueva bebida (en vez de agua sola) y debían clasificarla en base a su dulzura, acidez o amargura. Nuevamente, quienes habían escrito sobre el amor la consideraron más dulce.
Los resultados sugieren que la emoción interfiere con la información que recibe el cerebro. Los investigadores sugieren que la asociación entre el amor y la dulzura se remite a la infancia, pues como bebés primero probamos la leche materna, la cual es dulce, y la relacionamos con el amor materno.