Científicos afirman que muestras halladas en Siberia habrían llegado en un meteorito
El último premio Nobel de Química, el de 2011, fue otorgado a Daniel Shechtman por haber descrito a los cuasicristales, un material con formas regulares que siguen normas matemáticas pero que nunca se repiten a sí mismas.
Schetman los describió por primera vez en 1982. El 8 de abril de ese año, mientras realizaba aleaciones de aluminio rápidamente enfriadas, descubrió una estructura imposible, que desafiaba a las leyes de la naturaleza; era una mezcla de aluminio, cobre y hierro cuyos átomos estaban dispuestos de forma ordenada, pero que no se repetía una y otra vez, como en el resto de los cristales.
Luego de mostrar su trabajo, el científico del Instituto de Tecnología de Haifa, Israel, fue criticado por sus colegas porque consideraban imposible que estos cristales existieran en la naturaleza. Los científicos creían que en la materia sólida los átomos seguirían un patrón simétrico que se repetiría de forma periódica para formar un cristal.
Tras el descubrimiento del investigador israelí, científicos produjeron otras formas de cuasicristales en los laboratorios y se experimenta con ellos en distintos productos, como sartenes o motores diesel. Incluso una empresa sueca los ha localizado en ciertos tipos de acero.
En 2009 un hallazgo le daría la razón a Schetman, cuando geólogos encontraron muestras naturales de cuasicristal en rocas de las montañas Koryak de Siberia. Sin embargo, las sorpresas no acabarían ahí. Tras dos años de analizar su composición química, el científico de la Universidad de Princeton, Paul Steinhardt, acaba de afirmar que su origen es espacial; sostiene que formó parte de un meteorito que cayó a la Tierra.
Steinhardt explica en un artículo publicado en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, que la roca ha sufrido las presiones y temperaturas extremas típicas de las colisiones de alta velocidad que producen los meteoritos en el cinturón de asteroides.
Utilizando la técnica de la espectrometría de masa, él y su equipo midieron las diferentes formas o isótopos de oxígeno contenido en algunas partes de la muestra de roca. El patrón de los isótopos del oxígeno es completamente distinto a cualquier otro mineral conocido cuyo origen es la Tierra, pero se parece a lo encontrado en tipos de meteoritos conocidos como Carbonaceous chondrite. Además las muestras contienen un tipo de sílice que sólo puede darse bajo presiones muy altas (por ejemplo en el manto terrestre o tras un impacto a gran velocidad), las mismas que ocurren cuando un meteorito choca con la superficie de nuestro planeta. “Nuestra evidencia indica que los cuasicristales pueden formarse naturalmente bajo condiciones astrofísicas y mantenerse estables a lo largo de escalas de tiempo cósmicas. Esto sugiere que la naturaleza logró hacerlo en condiciones completamente locas”, concluyen.
El hallazgo cambia la comprensión que se tenía de las condiciones necesarias de estas curiosas estructuras al momento de formarse. Los cuasicristales son ordenados, como los cristales convencionales, pero tienen una forma más compleja de simetría. Lo que ocurrió para que los minerales tengan esa estructura tan extraordinaria es todavía un misterio, pero el hallazgo de los científicos de Princeton parece demostrar que los cuasicristales pueden formarse en la naturaleza y permanecer estables.