Científicos revisan datación de rocas lunares y analizan si nuestro planeta se expande
Al revisar, con avanzadas técnicas de datación por isótopos, rocas lunares del tipo ferroan anortosita (las más antiguas porque derivaron del magma original) recogidas en 1972 durante la misión Apolo 16, científicos del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore en California encontraron que tendrían 4,360 millones de años, y no los 4,500 millones que se atribuyen a la edad de la Luna; es decir, unos 200 millones de años menos.
Por tanto, la corteza lunar se solidificó 200 millones de años después de la formación del Sistema Solar.
Así, o la Luna es mucho más joven de lo que se cree, o los científicos tienen que replantearse cómo se formó. Esa es la conclusión de la nueva datación isotópica de la corteza lunar publicada en la revista Nature.
Esto porque la edad de la Luna sería similar a la estimada para los minerales terrestres más antiguos, como el zircón. Entonces, ¿las capas más viejas de la Tierra y la Luna se formaron casi al mismo tiempo después del impacto que dio origen al satélite?
De acuerdo con la teoría más aceptada de la formación de la Luna, hace unos 4,500 millones de años, en los orígenes del Sistema Solar, un cuerpo del tamaño de Marte se precipitó hacia la Tierra recién formada. Restos de la colisión terminaron en órbita alrededor de nuestro planeta y, finalmente, se integraron en la Luna; se piensa que en sus inicios el satélite fue una bola de roca fundida (un océano de magma global) que poco a poco se enfrió en su superficie para formar una corteza sólida.
Parte de ese magma, se piensa, son las rocas ferroan anortosita. Los científicos han tenido dificultades para datar las muestras (se les han atribuido varias edades) de la colección de piedras lunares del Centro Espacial Johnson de la NASA. En esta ocasión se utilizaron nuevas técnicas y más sofisticadas.
Aún con sus reservas, el descubrimiento coincide con una propuesta de que la Tierra una vez tuvo dos lunas, ambas creadas en el mismo impacto, que más tarde se fusionaron en una colisión muy lenta. De ser así, habría ‘edades’ destintas en la Luna: la vieja clase derivada de la luna compañera más pequeña, y una clase más joven del cuerpo principal de la luna, que se habría enfriado más despacio.
El tamaño de la Tierra varía
Científicos del Laboratorio a Propulsión a Chorro de la NASA respondieron a la pregunta de si la Tierra podía expanderse o contraerse. Mediante procedimientos informáticos que tomaron en cuenta procesos geofísicos en el tiempo, mediciones del satélite Grace y modelos de presión del fondo oceánico, estimaron que cada año el cambio promedio en el radio de la Tierra es de 0.1 milímetros, menos que el grosor de un cabello, es decir una modificación prácticamente insignificante.
Los investigadores se interesan en el tamaño de la Tierra porque cualquier cambio significativo en su radio alteraría la comprensión de los procesos físicos. La medición no es un procedimiento sencillo. Existe un Marco de Referencia Terrestre Internacional y se emplean satélites de telemetría por láser (una red mundial que mide, con precisión milimétrica, el tiempo que les lleva a pulsos de luz ultracortos viajar de estaciones terrestres a satélites equipados con retrorreflectores), interferometría (la coordinación de varios telescopios para observar un punto de manera simultánea), sistemas de posicionamiento global y otros. El estudio es publicado en la revista especializada Geophysical Research Letters.

