El lanzamiento del SpaceX el 30 de mayo de 2020, marcó la primera vez que una nave espacial comercial llevó astronautas a la Estación Espacial Internacional, un logro histórico para la NASA, ya que el viaje no fue pagado por el gobierno, lo que nos hace preguntarnos, ¿debemos decir adiós a las agencias espaciales pagadas por los gobiernos?
Texto por Ángela Posada-Swafford | Comencé a cubrir el programa espacial estadounidense en 1988. En estas tres décadas he atestiguado el peso de los distintos actos en el gran drama del espacio de Estados Unidos.
El más reciente fue inaugurado con el vuelo de prueba de la cápsula no tripulada Starliner el pasado 20 de diciembre: una misión parcialmente exitosa que despegó de forma impecable pero no logró acoplarse con la Estación Espacial Internacional.
Mis bautizos de fuego tuvieron que ver con una de las máquinas voladoras más audazmente construidas, el transbordador espacial: el magnífico, complejo y malcriado shuttle.
Hubo que aprender, como periodista científica, a identificar y entender sus sistemas y repasar todo eso con sus astronautas, ingenieros y técnicos en interminables horas de entrevistas, para luego tener la recompensa de ver y sentir la experiencia de los despegues.
Si el Centro Johnson en Houston es el cerebro, Kennedy es el cuerpo y las torres de lanzamiento son los huesos y músculos.
Por ese entonces la NASA era en esencia la última Coca-Cola del desierto. Uno no pensaba mucho en los programas espaciales de otras naciones hasta que llegó la era de la Estación Espacial Internacional, que imprimió la noción de la diplomacia en órbita. Aun así el espacio seguía siendo explorado por naciones, no por empresas. Y entonces todo cambió.
Recuerdo con claridad el día en que nos presentaron a todas las cabezas de los nacientes programas de transporte espacial comercial, tanto de carga como de turismo:
- SpaceX
- Blue Origin
- Sierra Nevada
- Boeing
- Northrop Grumman
- Lockheed Martin
- Virgin Galactic
- Bigelow Aerospace
- Orbital
- Scaled Composites
Tres de ellos viejos conocidos en la industria aeroespacial, pero el resto nos parecía una manotada de soñadores mostrando diapositivas de planos de ingeniería de cápsulas y aviones-cohete inverosímiles y repartiendo camisetas y lapiceros con sus logos.
Si la letra con sangre entra, para mí esa sangre fue ver la demolición de las torres de lanzamiento del shuttle, donde tantas veces la NASA nos había permitido encaramarnos a tomar fotos, y ver desmantelar algunas cavernosas bodegas para acomodar a las cápsulas Orion de Lockheed Martin y Starliner de Boeing.
Asimismo, la NASA sólo se encargaría de explorar el espacio profundo y financiaría a las empresas privadas para ser el taxi de carga entre la Tierra y su órbita baja.
La prueba de vuelo no tripulado del Starliner en diciembre se encargó de poner un polo a Tierra. De pasar del sueño a la realidad, al menos en parte, porque tras un despegue perfecto, una anomalía de software le hizo creer a la cápsula que era hora de reentrar a la Tierra en lugar de insertarse en la órbita de la Estación.
Aun así, la maniobra proporcionó datos valiosos sobre el rendimiento de punta a punta del cohete Atlas V, la cápsula, los sistemas terrestres y algunas operaciones en órbita.
Hay quienes califican el vuelo como fallido pero no estoy de acuerdo. Espero que se haga al menos otro vuelo de prueba no tripulado antes de lanzar a los primeros astronautas, que estaban (¿están?) supuestos a volar este año y quienes están piafando como caballos antes de una carrera. Sobre todo Chris Ferguson, el veterano comandante de ese primer vuelo tripulado y exastronauta de la NASA.
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Recuerdo haber volado con él y su tripulación en el avión de entrenamiento en microgravedad de la agencia espacial cuando se preparaban para su última misión espacial a bordo del shuttle Atlantis en 2011.
Allí, durante las parábolas del apodado “cometa del vómito”, Ferguson ya veía venir el futuro del espacio comercial y el fin de su carrera con el gobierno. Por eso no dudó un instante en aceptar la oferta de Boeing de convertirse en uno de los pioneros de la cara privada del espacio.
El lanzamiento de la cápsula significó dejar a un lado las viejas ideas de que el espacio profesional es posible sólo gracias a agencias nacionales, y más bien entender que los hijos de Apolo somos todos quienes miramos al cielo con interés.
Con el esfuerzo combinado y la competencia de la empresa privada, la nueva era de los vuelos espaciales tripulados puede que demore unos meses, pero de todas formas entrará en órbitas más altas.
Algunas de las agencias espaciales más importantes son:
Administración Nacional del Espacio y la Aeronáutica (NASA), Agencia Espacial Canadiense (CSA/ASC), Agencia Espacial Europea (ESA), Agencia Japonesa de Exploración Espacial (JAXA), Agencia Espacial Federal Rusa (FKA, Roscosmos), Agencia Espacial Italiana (ASI), Centro Nacional de Estudios del Espacio (CNES y Agencia Espacial Mexicana (AEM), entre otras.
Texto publicado en revista Muy Interesante.
Conoce como en una de las agencias espaciales más importantes, la NASA, los astronautas se entrenan en el agua.

