Ninguno de estos factores, por sí solo, provoca el fenómeno, revela estudio al analizar mamíferos prehistóricos
La extinción masiva de la época glacial no puede atribuirse exclusivamente ni al cambio climático ni a la sobrecaza. El tarpán y el bisonte estepario no desaparecieron sólo por las variaciones del clima, ni tampoco debido a la expansión de los humanos durante el Paleolítico Superior, sino debido a ambas causas, combinadas o aisladas. Los dos factores promovieron la disminución de seis tipos de poblaciones de mamíferos prehistóricos.
Es la conclusión de un estudio, publicado en Nature, en el que los autores utilizaron ADN, modelos de distribución de especies y fósiles humanos para evaluar los cambios en las poblaciones de seis grandes mamíferos: rinoceronte lanudo, mamut lanudo, bisonte estepario, caballo salvaje, reno y tarpán.
Durante el Paleolítico Superior, hace entre 35,000 y 10,000 años, América del Norte perdió casi 72% de las especies de megafauna y Eurasia el 36%. En ese tiempo se registró el último máximo glacial (hace unos 20,000 años), y la expansión humana.
El análisis de 846 secuencias de ADN mitocondrial, 2,996 restos de grandes mamíferos y 6,291 residuos de asentamientos humanos de aquella época en Eurasia (que establecen la relación espacial y temporal entre las poblaciones humanas y las de los animales), comparado con los modelos climáticos de hace 42,000, 30,000, 21,000 y 6,000 años, reveló que la extinción o la repentina disminución de las poblaciones de mamíferos se vio afectada tanto por la acción humana como por el clima.
“Hemos descubierto que las especies responden de manera individual al clima y a los humanos, y que ninguno de estos factores, por sí solos, causó estos fenómenos. No hubo una causa única de las extinciones de la época glacial. También, los impactos del cambio climático y de las invasiones humanas en la desaparición de especies dependen del espécimen que se estudie, no hay un patrón común”, afirma Eline Lorenzen, coautora del estudio de la Universidad de Copenhague, Dinamarca.
Durante los últimos 50,000 años, el clima ha sido un importante motor de cambio de la fauna, sin embargo cada especie responde de manera diferente a los efectos de los cambios climáticos, la redistribución del hábitat y la invasión humana, lo cual parece indicar que, efectivamente, en el futuro disminuirán las poblaciones de muchas especies debido al cambio climático y a la pérdida del hábitat, señala Lorenzen.
De las variedades evaluadas, cuatro de ellas están actualmente extintas y el resto aún conservan poblaciones vivas. El reno también sufrió el impacto de los asentamientos prehistóricos y su declive coincidió con el último glacial máximo, sin embargo en la actualidad la especie ni siquiera se encuentra amenazada de extinción, lo que, según el estudio, “podría explicarse debido a su alta fecundidad y flexibilidad ecológica”. La población de buey almizclero no mantuvo relación con los hombres, no obstante, al igual que el rinoceronte, descendió súbitamente tras la última glaciación máxima. La extinción del mamut sigue siendo un misterio pues su población continuó en aumento tras el evento climático, hasta desaparecer de forma repentina.