En la mañana de Halloween de 1926, el ilusionista y escapista más famoso de la historia, Harry Houdini, murió de apendicitis y peritonitis a los 52 años de edad, 10 días después de haber recibido bajo su consentimiento varios puñetazos en el abdomen. Por Gina Vega
Sin embargo, a pesar de que las causas de su muerte fueron difundidas en los periódicos, surgieron algunas teorías extrañas sobre su fallecimiento que aún siguen alimentando el imaginario colectivo.
Los grandes trucos
Erik Weisz nació en 1874 en Hungría, pero desde los cuatro años emigró a Estados Unidos junto con sus padres. Debutó como mago a los 15 años, pero fue hasta los 26 cuando se decidió a probar suerte con los actos de escapismo que lo volverían una leyenda mundial; y también cambió su nombre a Harry Houdini en honor al francés Jean Eugène Robert-Houdin, “el padre de la magia moderna”.
La “Cámara de tortura china” fue su acto más peligroso. Consistía en un contenedor lleno de agua en el cual Houdini era introducido atado de pies y manos con esposas y cadenas. Otro truco era “Escape del bidón de leche”, en el que se metía y del que luego salía después de varios minutos como si nada hubiera pasado.
En otra ocasión fue lanzado, también encadenado y con pesas, a las aguas frías del mar. Siempre lograba escapar airoso de todos los actos. De lo que no pudo librarse fue de la muerte.

El último escape de Harry Houdini
El incidente que marcaría el final del “rey de las esposas” ocurrió en 1926 durante una gira en Montreal (Canadá), la cual incluía conferencias sobre espiritismo y fenómenos psíquicos en la Universidad McGill. Siempre, al final de las charlas, invitaba a los estudiantes a visitarlo en el teatro Princess, donde estaba presentándose.
El 22 de octubre Houdini recibió a tres universitarios que querían comprobar su fuerza física propinándole algunos golpes en el abdomen. El ilusionista, que se caracterizaba por su marcada musculatura, aceptó el reto sin problemas… pero antes de que contrajera el abdomen para recibir los golpes, uno de los jóvenes, llamado J. Gordon Whitehead y quien practicaba boxeo, le aestó algunos puñetazos bajo la cintura que le causaron intensos dolores al ilusionista.
A pesar de que se sentía muy mal, al día siguiente Harry Houdini cumplió con sus dos últimas presentaciones en Montreal y regresó a Detroit (Estados Unidos) para su próxima actuación, el 24 de aquel mes, sin imaginar que sería la última.
Durante el viaje de regreso la fiebre se disparó junto al dolor; aun así, el escapista hizo caso omiso a los ruegos de su esposa, Beatrice Rahner, de acudir al hospital y dio su espectáculo.
El ilusionista estaba a punto de sucumbir: durante el acto se desmayó en dos ocasiones ante la mirada atónita del público. Tras ello, fue internado de urgencia en el nosocomio.

También lee: LA HISTORIA DETRÁS DE HALLOWEEN
Muerte inminente
El diagnóstico de los médicos que lo atendieron diagnosticaron apendicitis por traumatismo, una dolencia tan rara que uno de los galenos aseguró nunca haber visto un caso semejante. Días después otros doctores comentaron que quizás el apéndice ya estaba inflamado y fueron los golpes los que aceleraron el problema.
Houdini fue intervenido de urgencia el 25 de octubre, pero ya nada se pudo hacer. El órgano ya estaba perforado. No obstante, el mago húngaro no murió de inmediato: vivió cinco días más en agonía, consciente de que el final se encontraba cada vez más cerca.
Un día antes de morir le confesó a su hermano Hardeen:
“Estoy cansado de luchar, creo que esto me va a vencer”. En la mañana de Halloween, el 31 de octubre de 1926, Houdini pereció. Fue sepultado el 4 de noviembre en Queens, Nueva York, y pronto nació una leyenda que persiste hasta el día de hoy.
Lucha contra el espiritismo
A los pocos días, la gente empezó a formular varias hipótesis y teorías sobre las causas de la muerte del escapista. La más difundida fue envenenamiento o complot cometido por la comunidad espiritista, a quienes Houdini durante varios años había acusado de charlatanería. De hecho, escribió artículos en la revista Scientific American y algunos libros, como Traficantes de milagros y sus métodos y Confesiones de una médium, donde ponía al descubierto los trucos que utilizaban estas personas.
Pero la batalla contra ellas había comenzado tras la muerte de su madre, en 1913. Houdini creía en los fenómenos paranormales, hasta que intentó comunicarse con ella a través de una médium. La espiritista transcribió el mensaje desde el más allá, pero algo brincó de inmediato en la mente del ilusionista: el mensaje estaba escrito en inglés y llevaba una cruz católica, cuando su madre era judía y sólo hablaba una mezcla de alemán y húngaro.
Desde ese día, Houdini no dejó en paz a los espiritistas, acusándolos de cometer fraude cada vez que se le presentaba la oportunidad, y dedicó gran parte de su tiempo a desenmascararlos. Por eso, cuando falleció, la mayoría de la gente los culpó de haber planeado el asesinato del ilusionista.
Si bien Houdini no creía en la parapsicología, antes de morir le dijo a su esposa, Beatrice, que si existía el más allá, él encontraría la forma de comunicarse con ella.
De hecho, el escapista le dejó un código secreto compuesto de 10 palabras que extrajo de una carta que le mandó el escritor inglés Conan Doyle. Houdini le comentó a Beatrice que si algún día ella trataba de contactarlo a través de una médium, él usaría ese código secreto para comunicarse. Durante 10 años estuvo yendo a sesiones espiritistas sin poder contactarlo, hasta que un día se rindió:
“Diez años son suficientes para esperar a cualquier hombre”, afirmó desilusionada.
Varios espiritistas, como Arthur Ford, aseguraron haber mantenido contacto con Harry Houdini a través del código secreto. Sin embargo, Beatrice declaró que eso era imposible porque ella era la única que lo tenía.
Texto publicado en Muy Interesante México, Ed.10,2019.
No dejes de descargar la app de la revista en iOS y Android.


