En algunas especies selváticas cualquiera puede ser el jefe. El mono capuchino cariblanco (Cebus capucinus), que habita en Latinoamérica, decide a su manera. En los movimientos colectivos la decisión de mudarse surge de un consenso entre la propuesta del que inicia una acción y la aceptación del grupo. Por Pablo Herreros
La etóloga Odile Petit de la Universidad de Estrasburgo (Francia) cree que la sociedad de éstos recuerda a una verdadera democracia: “Ni la dominancia ni la edad ni el género son determinantes para los movimientos del grupo”.
Aunque en principio se pensaba que los individuos con más estatus mandaban, hay una jefatura repartida, calificada por algunos expertos como liderazgo personal: cualquiera puede tomar la iniciativa y ser seguido con éxito.
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¿Qué ocurre con nuestros parientes más cercanos, los monos?
El primatólogo Andrew King ha llevado a cabo un análisis retrospectivo de abundante literatura dedicada a investigar la toma de decisiones en diversas especies y ha concluido lo siguiente:
“La democracia aparece al menos con la misma frecuencia que el despotismo en la naturaleza, contrariamente a muchas predicciones teóricas”.
Así que la posición social o estatus no es garantía de salirse con la suya. Si un chimpancé quiere mandar, tendrá que hacer verdaderas maniobras políticas. Las negociaciones que implican el reparto del poder suelen resolverse mediante apoyos y equilibrios.

Cuantos más aliados y colaboradores consiga un individuo, más posibilidades tendrá de imponer su criterio y alcanzar la posición de alfa; pero a la hora de cazar, por ejemplo, se ha observado que algunos miembros del grupo que podríamos incluir en la categoría de los subordinados daban una palmada a otros para iniciar las maniobras de ataque.
Además, dado el sistema de coaliciones que sostiene su estructura, es muy difícil para un chimpancé solo obligar a otros a hacer algo que no quieren sin contar con ayuda.
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Puro y llano nepotismo
Entre otros primates se produce lo que llamamos inversión de roles: cualquiera puede tomar una iniciativa grupal aunque existan individuos dominantes. En varias especies de lémures, las hembras son las responsables de elegir los tiempos y la dirección de los desplazamientos colectivos, pero en los lémures pardos (Eulemur fulvus) no existe ese liderazgo femenino. Según el primatólogo Armand Jacobs, estos monos se mueven en función del mimetismo y la afiliación. Es decir, usan la imitación y deciden influidos por lo que hacen sus familiares o amigos preferidos.
Entre los primates hay, pues, bastantes variables sociales a la hora de tomar una decisión. Nuestra gran cohesión no solamente se explica por factores ecológicos, como la necesidad de defendernos de los depredadores y la búsqueda de alimento, sino que también tenemos en cuenta los vínculos, las amistades y las alianzas con otros individuos, así como los factores psicológicos.
Por ejemplo, cuando los babuinos hamadryas (Papio hamadryas) salen en grupo a buscar comida, varios miembros pueden moverse en diferentes direcciones. Los restantes decidirán a cuál seguir, pero el estatus no tiene ningún efecto para lograr la adhesión del conjunto.
Avanzar deliberadamente y con decisión parece ser un factor clave para lograrlo. Es como cuando las personas, en caso de emergencia o accidente, seguimos a aquellos de nuestros congéneres que transmiten más confianza.

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