Un nuevo estudio desmiente el prejuicio de que los felinos domésticos son egoístas, señalando que los gatos son socialmente ineptos.
Orgullosos, antipáticos, llenos de desdén. Estos son algunos de los prejuicios que se tienen generalmente hacia los gatos, y muchas veces, no son infundados. Es más: podría ser que, a raíz de una tendencia natural, los gatos sean socialmente ineptos. Un nuevo estudio sugiere lo siguiente con respecto a su relación con los seres humanos.
¿Antipatía o desorientación social?

Los lazos de empatía que se generan con un perro son sencillos. El animal está al pendiente de las personas con las que vive: de manera general, reacciona positivamente a ellas, y se caracteriza por tener buen ánimo. No es el caso de los gatos: una investigación conducida por la Universidad de Kyoto señala que el origen de este carácter huraño corresponde a una desorientación social.
Para analizar el fenómeno más a fondo, el equipo de investigación japonés probó la lealtad de los gatos domésticos. Con una muestra de 36 individuos, observaron la relación que estos guardaban con las personas que vivían.
Se dividió a la muestra de dueños en dos grupos: los “ayudantes” y los “no ayudantes”. Los gatos observaron a las personas intentar abrir un recipiente para sacar algo. En el grupo de ayuda, un actor ayudó a la persona que no podía abrir el recipiente rápido. En el otro grupo, el actor se rehusó a ofrecer apoyo y se alejó.
Al momento de darles de comer, los gatos no mostraron preferencia por ninguno de los dos grupos: les dio igual quién les daba de comer. En un estudio anterior, aplicado a perros, la conclusión fue distinta: los animales preferían recibir comida de quienes habían ayudado a sus dueños, y no de quienes se habían negado a apoyarles. Para los gatos, eso no parece importar en lo absoluto.
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¿Los gatos son egoístas?

La conclusión no es tan sencilla como parece. Según el artículo publicado en LiveScience a partir del estudio, podría ser que los gatos no hayan si quiera percibido el comportamiento de los actores involucrados:
“Es concebible que los gatos de este estudio no entendieran el significado o el objetivo del comportamiento de los dueños”, escribieron los autores. “Pero incluso si entendieran el objetivo o la intención del propietario, es posible que no hayan detectado la intención negativa del actor que no ayudó”.
Visto de otra manera, es posible que ni siquiera se hayan dado cuenta de que el actor estaba o no ayudando a sus dueños a cumplir un objetivo. Este comportamiento se puede interpretar como sigue: los gatos no tienen las mismas habilidades de evaluación social que los perros.
Esto no quiere decir que sean egoístas. Por el contrario, juzgar a los gatos como “egoístas”, según los resultados del estudio, sería un “sesgo antropomórfico“. Habría que entender que no son seres humanos pequeños y peludos, sino especies diferentes, que tienen maneras muy distintas de procesar e interactuar ante ciertas situaciones.
Visto así, sería más acertado suponer que, sencillamente, los gatos son socialmente ineptos. Esto les impide reaccionar con más “empatía” que otras especies domésticas, que son más cercanas a los seres humanos en términos diferentes.
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