En un estudio del Centro Monell de Sentidos Químicos, voluntarios con los ojos vendados reconocieron sin problemas el aroma de una persona mayor al inhalar almohadillas empapadas de sudor de axila.
Sin embargo, los participantes tuvieron problemas al reconocer el aroma de personas jóvenes y de mediana edad, y no fueron capaces de hacer distinciones precisas de la edad en relación al aroma.
Personas mayores: un olor agradable
Contrario a la noción popular de que el aroma de un anciano es desagradable, los voluntarios del estudio calificaron los olores de las personas mayores como menos desagradables e intensos que aquellos aromas de personas de mediana edad y jóvenes.
Estos hallazgos, combinados con investigaciones previas, sugieren que las personas retienen una habilidad latente de medir la edad de alguien basándose en su olor corporal, una talento heredado de ancestros que pudieron tener un vínculo con las formas animales de reconocer la muerte y la enfermedad.
Los investigadores mostraron que el aroma corporal de algunos animales, como ratones, venados, nutrias, búhos y conejos, cambia con la edad, además de que esos animales son capaces de distinguir sus pares jóvenes y viejos mediante el olfato.
En otros estudios, como el publicado en el Chemical Senses de los Oxford Journals, los investigadores descubrieron que las personas, al igual que los animales, pueden diferenciar a una joven nutria de una nutria adulta mediante sus aromas.
El olor corporal de los humanos también cambia con la edad, dependiendo muchos de la actividad de varias glándulas epidérmicas y del cómo las sustancias que liberan interactúan con bacterias.
Por qué olemos
Las glándulas sebáceas, que secretan una sustancia cerosa llamada sebo para lubricar y humedecer la piel, están particularmente activas durante la pubertad y la mayor parte de la adultez.
Del mismo modo, las glándulas sudoríparas apócrinas, que sólo están localizadas en pocos lugares como en las axilas y la región genital, se intensifican durante la pubertad.
Pero las glándulas sudoríparas ecrinas son las que se encuentran en todo el cuerpo humano, exudando un líquido salado e inodoro durante toda su vida.
Todos estos fluidos empiezan a apestar cuando las bacterias descomponen muchos químicos en su interior, espacialmente los llamados esteroides y lípidos, en moléculas pequeñas y olorosas que fácilmente se esparcen en el aire.
Entre más sudor haya en la piel, más son los químicos para que las bacterias los descompongan, produciendo un olor más fuerte.
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El experimento
Johan Lundström, líder de la investigación, ha estudiado los olores corporales de los humanos y animales y el cómo el cerebro responde a estos aromas.
Actualmente, Lundström concede charlas científicas en un centro para personas de la tercera edad un área de Filadelfia que huele exactamente igual a la casa de enfermeras que su madre gestionó en Suecia cuando él era joven.
Para Lundströn, tal vez el aroma realmente emana de los residentes. Fue así como el especialista decidió conjugar su investigación anterior sobre los aromas corporales en la edad de animales con uno nuevo para probar si el olor determina el cómo las personas evalúan la edad.
En su nuevo estudio, Lundström y su equipo colectaron y almacenaron cuidadosamente unos cojines de lactancia sudorosa, colocando cuatro segmentos de cada edad en diferentes jarras de vidrio.
El placer del olor
Un grupo diferente de 41 voluntarios, hombres y mujeres jóvenes, olisquearon la parte superior de las jarras mientras estaban vendados de los ojos, evaluando la intensidad y placer del olor.
Algunas veces los voluntarios tenían que escoger uno de dos olores del que pensaban provenía de una persona mayor, mientras que en otras ocasiones los voluntarios tuvieron que etiquetar a las diferentes jarras como “joven”, “mediana edad” y “mayor de edad”.
Contrario a las convenciones comunes sobre el olor de personas ancianas, las calificaciones de los voluntarios vendados revelaron que encontraban los olores de personas mayores menos intensos y menos desagradables que los olores de personas jóvenes y de mediana edad.
De hecho, las personas de mediana edad obtuvieron el premio a los olores más intensos y desagradables, siendo el olor corporal de las mujeres el más placentero, y el de los ancianos el menos intenso.