Mediante registro de actividad cerebral, estudio demuestra que los perros responden a estímulos de la misma manera que los humanos
Las expresiones faciales de tu perro pueden ser un punto de referencia para saber exactamente lo que está pasando por la cabeza del can.
Esto es posible gracias al desarrollo de un escaneo que explora la actividad cerebral del llamado mejor amigo del hombre.
Los investigadores, quienes publicaron el reporte el 2 de mayo en el portal del diario PLoS ONE, especializado en la revisión científica por pares, querían entender la relación entre el perro y el hombre desde la propia perspectiva perruna.
“Cuando vimos las primeras imágenes cerebrales, era algo sin precedentes” dijo el líder del estudio, Gregory Berns, en un video difundido en PLoS ONE. Berns es el director del Centro Neurológico de la Universidad Emory.
La pregunta surge: ¿Qué tan parecida es la estructura mental del perro con la del humano?
Levantando la pata
Berns supo que podía entrenar a un perro para monitorearlo mediante resonancia magnética (MRI) cuando oyó hablar de un can de la marina que había sido parte del equipo de asalto SEAL que mató a Osama Bin Laden.
A raíz de esto, él y sus colegas enseñaron a dos perros a quedarse quietos para que el registro del MRI fuera funcional.
En el experimento, los perros fueron entrenados para responder a señales de mano: al señalar con el dedo hacia abajo, el perro recibía una salchicha, pero cuando las manos se señalaban una a la otra, el can recibía la señal de “no hay salchicha”.
En la señal con el alimento, se activaba la región caudal del cerebro en los perros, una región que en los humanos está asociada con la recompensa. Esta misma área del cerebro no se activaba con la señal que no premiaba con comida.
“Hasta donde sé, nadie había capturado antes imágenes del cerebro de un perro que no fuera sedado. El espécimen estaba totalmente despierto” aclaró Berns en el reporte (vídeo del experimento).
Según Berns, estos resultados podrían ayudar a comprender lo que los perros piensan a un nivel activo del cerebro, además de cambiar la cognición social hacia otras especies.
Pero, ¿a qué se debe que el perro tenga mecanismos de comportamiento similares a los del hombre?
Quién pasea a quién
En algún punto entre 15 mil y 30 mil años atrás, probablemente en el Medio Oeste, un largo proceso de domesticación empezó para alterar el código genético del lobo.
Eventualmente, este proceso nos heredó a los animales que hoy amamos y llamamos perros.
Ahora, existen varias teorías sobre el cómo esta domesticación del perro empezó. Pero lo que está claro es que hubieron ciertos lobos que eran menos temerosos a los humanos.
Con el tiempo, estos lobos empezaron a incorporarse a los asentamientos del hombre.
Si se toma en cuenta la naturaleza depredadora de las dos especies, se sostiene que perros y humanos cazaban cooperativamente. O tal vez, en una explicación de adaptación evolutiva, fueron los lobos los que aprendieron a evadir la caza para dedicarse a la carroña de las sobras de tribus.
Así, estos perros que convivían con el hombre sustituyeron, gradualmente, su atmósfera salvaje y primigenia en la que vivían. Ya no se tenía que cazar para comer y sobrevivir: los humanos hacían el trabajo.
Por eso, probablemente no sea un accidente que la relación entre perros y sus dueños sea un reflejo de la codependencia entre padres e hijos, psicológicamente hablando.
Hablar del parecido del perro con su dueño, además de otras características de empatía y emociones, no es algo que se podría considerar un fenómeno extraño.
Karine Silva, bióloga de comportamiento animal en la Universidad de Porto, Portugal, realizó un experimento en donde se comprobaba una empatía real por parte de los perros hacia sus dueños.
“Desde que el hombre empezó a domesticar perros hace por lo menos 15 mil años, se les ha impuesto tareas y labores con mayor complejidad, desde cazar hasta guiar a los invidentes” sostiene Silva.
Cual fuese el caso, es indudable que los perros, sin pertenecer a la familia de los simios, son animales que guardan un gran parentesco, a nivel psicológico, con las personas, tal vez como resultado de la evolución y adaptación.