Una excavación reciente en el sitio paleontológico de Atapuerca, en España, revela nueva información sobre el ADN neandertal ahí localizado.
Del techo cuelgan estalagmitas naturales. Hace frío, porque a las profundidades de la cueva no entra el sol en lo absoluto. Por las dimensiones de las formaciones rocosas al interior, al lugar menos explorado de las galerías en la Sierra de Atapuerca se le conoce como la Galería de las Estatuas. Nadie nunca se imaginó que, en ese rincón escondido de España, se podrían encontrar claves del ADN neandertal.
ADN neandertal en la Galería de las Estatuas

En algún momento de la historia geológica de España, la Galería de las Estatuas estuvo conectada con el exterior. Se piensa que, por esta razón, pudo haber albergado a grupos grandes de neandertales, que buscaban refugio de las hostilidades climáticas de su época.
Sin embargo, debido a los cambios en el ambiente, el espacio quedó aislado por completo. Por esta razón, además, es posible que los Homo sapiens nunca hubieran podido ingresar, según un nuevo estudio del Museo de la Evolución Humana (MEH) lineado por Juan Luis Arsuaga, director científico de la institución.
El yacimiento quedó sellado hasta que el equipo de Arsuaga realizó excavaciones. Del sitio se habían recuperado restos animales que habían sido presas de los neandertales, así como sus herramientas de caza. Recientemente, el hallazgo de evidencia de rastros de ADN neandertal abre un nuevo camino de investigación para conocer más de estos humanos extintos.
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Rastros genéticos con millones de años de historia

La Galería de las Estatuas pudo conservar casi intactos estos registros por la temperatura al interior de la cueva. Los investigadores se han rehusado a comunicarla con el exterior: si las condiciones climáticas entraran al espacio, arruinarían el acervo milenario todavía sin conocer que esconden las galerías inexploradas.
Se estima que las muestras recuperadas datan de entre 110 y 130 mil años atrás. Las fechas coinciden con la última glaciación, durante un periodo cálido en la historia climática del planeta. Podría ser que esta evidencia amplíe el conocimiento morfológico de estos humanos prehistóricos, en relación a los cambios que sufrieron con la modificación de sus ecosistemas naturales.
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