Los gatos de raza fueron víctimas de una red de explotación animal y se decidió sacrificarlos por temor a la rabia.
Las autoridades taiwanesas lo tenían muy claro: en medio de una crisis sanitaria global, lo último que necesitaban era una epidemia local de rabia. El sábado pasado, un barco cargado con 154 gatos de raza —valuados en más de 350 mil dólares— perdieron la vida en favor de proteger a la población del país en contra de posibles propagaciones de enfermedades zoonóticas. La orden ha generado una polémica abrasiva en los medios y redes sociales.
A sangre fría

Diversos grupos humanitarios y en favor de los derechos de los animales se pronunciaron en contra de la decisión. Según la cobertura de Deutsche Welle, la problemática se evaluó en términos de que la compraventa y distribución de estos gatos de raza es ilícita en el país. A pesar de que fue una medida sanitaria, no fue bien recibida a los ojos de la opinión pública.
Los animales venían a bordo de un barco industrial pesquero, interceptado por la milicia el jueves pasado. Según las autoridades locales, estaban encerrados en 62 jaulas. Entre ellos, figuraban azul ruso, ragdoll, el persa de pelo corto americano y el británico de pelo corto. Aunque gozaban de buena salud, fueron sacrificados en masa.
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Al respecto, la Red de Vigilancia de la Protección Animal de Taiwán emitió un comunicado en el que se señala lo siguiente, con debida acidez política:
“Es una ironía que las autoridades gubernamentales hayan sacrificado a los gatos hoy, en el Día Internacional de los Animales sin Hogar”.
El comentario fue apoyado por otras organizaciones de la sociedad civil locales y de otros países, que no estuvieron de acuerdo con el sacrificio de los animales domésticos. Estos grupos opositores argumentan que no se dio espacio para la discusión pública. Por el contrario, se actuó de manera radical, a sangre fría.
El reproche no se limitó al gobierno taiwanés. Por el contrario, se hizo extensible a los contrabandistas, que lucran con la reproducción de las hembras utilizadas para gestar a las crías. A pesar de su salud y bienestar, estos animales son trasladados del otro lado del mundo para, potencialmente, ser comprados en tiendas de animales. En últimas, dada la premura de la resolución, parece ser que la decisión tiene un matiz más político que sanitario.
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