La amnesia infantil es uno de los muchos misterios ocurridos en los primeros años de vida: te decimos en qué consiste y cuál es su causa.
Intenta recordar tu primer cumpleaños. Ahora intenta recordar tu vida antes de tu primer día de escuela. Lo más probable es que casi nadie lo logre. Esto es algo normal: la mayoría de las personas no podemos recordar momentos claros antes de los 2 o 3 años de existencia y es por algo totalmente natural. Es lo que algunos expertos llaman amnesia infantil.
Qué es la amnesia infantil
¿Por qué no podemos recordar las cosas que nos sucedieron cuando éramos bebés? ¿La memoria sólo empieza a funcionar a cierta edad? Son algunas preguntas que se hacen expertos en el estudio de la memoria.
La amnesia infantil es simple y sencillamente la carencia de recuerdos que tenemos antes de los 2 o 3 años de edad, en promedio. Esto se debe, según diversos estudios al respecto, a la falta de desarrollo del hipocampo, una zona del cerebro crucial para codificar la memoria.
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Así funciona el cerebro de los bebés en los primeros meses de vida
Las investigaciones sugieren que los bebés pueden formar recuerdos, sólo que no el tipo de recuerdos autobiográficos tradicionales. Es decir: en los primeros días de vida, los bebés pueden recordar la cara de su propia madre y distinguirla de la de un extraño. Unos meses más tarde, los bebés pueden recordar muchas caras conocidas sonriendo más a las que ven con más frecuencia.
“Un misterio fundamental de la naturaleza humana es que no recordamos casi nada desde que nacemos hasta la primera infancia y, sin embargo, aprendemos mucha información fundamental durante ese tiempo: nuestro primer lenguaje, cómo caminar, los objetos y los alimentos, y los vínculos sociales”, afirma Nick Turk-Browne, profesor de psicología de la Universidad de Yale y autor de un trabajo acerca de la amnesia infantil.
Al bebé le sirve más comprender su entorno que almacenar recuerdos

En su trabajo, Turk-Browne encontró que mientras el bebé adquiere experiencia en el mundo, su cerebro busca patrones generales que le ayuden a comprender y predecir el entorno a su alrededor. Esto sucede a pesar de que el cerebro no está equipado para almacenar permanentemente cada experiencia individual sobre un momento específico en el espacio y el tiempo.
La estrategia que usa el cerebro tiene mucho sentido, pues para el bebé es más útil reconocer rostros o voces que acumular experiencias que no le ayudarán a sobrevivir en los primeros meses y años de vida. Es casi como si habláramos de un instinto de supervivencia.
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Turk-Browne explica que el tamaño del hipocampo aumenta en los dos primeros años de vida y acaba desarrollando las conexiones necesarias para almacenar los recuerdos episódicos. Por ello es que a partir de dicho momento somos capaces de tener recuerdos más claros y vívidos de experiencias como la entrada a la escuela, o quizás un accidente ocurrido a los tres o cuatro años de edad.
Otra posible respuesta a por qué tenemos amnesia infantil en esos dos o tres primeros años de vida es que carecemos de lenguaje para expresarnos, por lo tanto, no podemos hacer relatos sobre nuestra vida que podamos recordar más tarde.
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