Combinar dosis de AstraZeneca y Pfizer parece ser benéfico para protegerse contra COVID-19 y podría convertirse en una alternativa para acelerar la vacunación.
La idea de combinar vacunas contra COVID-19 tomó fuerza a raíz del desabasto de dosis para completar los esquemas de vacunación en todo el mundo. El acaparamiento de las vacunas disponibles por un puñado de países ricos y el ritmo irregular de fabricación por parte de las farmacéuticas ha provocado la desaceleración –y en algunos casos, el freno total– de las campañas de vacunación en países subdesarrollados.
Debido a que la mayoría de vacunas desarrolladas hasta el momento requieren de un par de inyecciones separadas por al menos 21 días, algunos países especularon con la posibilidad de cubrir la segunda dosis con una vacuna distinta a la primera.
El primer país en sugerir la combinación de vacunas fue Reino Unido en enero, que implementó una política para intercambiar dosis de AstraZeneca y Pfizer si alguna no estaba disponible para completar los esquemas de vacunación. Desde entonces, la Universidad de Oxford puso en marcha un estudio llamado Com-Cov para probar los riesgos y beneficios de combinar ambas vacunas.

Y aunque en abril de 2021 el grupo de expertos de inmunización de la OMS insistió en que aún no existían datos adecuados para determinar la seguridad y eficacia de combinar vacunas, los resultados previos de distintos estudios parecen demostrar que esta estrategia puede favorecer una poderosa respuesta inmune:
Los primeros resultados de Com-Cov recién publicados se centran en las reacciones después de recibir la segunda dosis y hasta el momento, han concluido que los casos de dolor muscular, febrícula y fatiga generalizada pueden triplicarse respecto a quienes fueron vacunados con la misma fórmula, explica Ignacio López-Goñi, catedrático experto en microbiología para The Conversation.
No obstante, estos efectos fueron leves en la totalidad de los casos (ninguno tuvo que ser hospitalizado) y la mayoría se aliviaron con un analgésico.
Al mismo tiempo que Com-Cov, un estudio español con 663 voluntarios analiza el comportamiento del sistema inmune de participantes que recibieron una primera dosis de la vacuna de AstraZeneca y posteriormente, fueron inoculados con la segunda dosis de Pfizer.

Hasta el momento, la investigación ha arrojado dos conclusiones importantes: los anticuerpos IgG han aumentado notablemente tras recibir la dosis de Pfizer (más de lo que se espera del refuerzo de la vacuna original de AstraZeneca), mientras que se presentaron reacciones leves de 24 a 48 horas después de recibir la inmunización.
“En conclusión, ambos estudios de momento solo han evaluado los efectos secundarios leves que aparece a las 24-48 horas después de la vacunación y la producción de anticuerpos neutralizantes. No sirven para evaluar esos posibles efectos secundarios graves que ocurren con muy baja frecuencia”, concluye López-Goñi.
Estos resultados previos sugieren que la vacuna de Pfizer potencia la respuesta inmune de los vacunados con una primera dosis de AstraZeneca; sin embargo, será necesario esperar el avance de ambos estudios para que la estrategia de combinar vacunas se implemente alrededor del mundo.
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