Los t’simane tienen una salud cardiovascular muy superior: una persona de esta tribu de 80 años tiene la misma condición física que un estadounidense a sus 55.
En medio de la selva boliviana, entre los pueblos de San Borja, Rurrenabaque y Santa Ana, el grupo étnico de los t’simane se destaca de la demás población del país. De manera natural, son menos propensos a envejecer. Entre la Amazonía nacional, experimentan menos atrofia cerebral conforme pasa el tiempo. En promedio, el ritmo en el que sus volúmenes cerebrales disminuye es un 70 % más lento que el resto del mundo.
T’simane: un pueblo sin demencia senil

Los t’simane viven en grupos aislados en la Amazonía boliviana. Solamente entre 20 y 30 familias comparten la misma lengua: el chimán. No sólo eso. Además de que únicamente ellos son capaces de entenderla, un estudio reciente de University of Southern California demostró que son mucho menos propensos a padecer demencia en las etapas más tardías de sus vidas.
Éste no es el único beneficio del que este pueblo originario goza a nivel cerebral. A pesar de que viven aislados del resto del mundo y se valen de la caza y la agricultura para subsistir, parecen tener una edad cardiovascular mucho menor que el promedio de personas occidentales en el mundo. De la misma manera, la demencia senil no se presenta en el promedio de las personas de la comunidad.
Por esta razón, los infartos cerebrales y cardiacos son poco frecuentes entre los miembros de este pueblo. De la misma manera, sus arterias se mantienen flexibles con el tiempo. Se estima que, comparativamente, una persona t’simane de 80 años tiene la misma condición física que un estadounidense en sus 55, según un artículo publicado en The Journal of Gerontology, Serie A: Ciencias Biológicas y Ciencias Médicas.
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Un pueblo en movimiento

Los científicos involucrados en el estudio aseguran que el éxito de la salud cardiovascular de los t’simane está íntimamente relacionada con su estilo de vida. Aunque no cuentan con acceso a atención médica contemporánea, no llevan vidas sedentarias. Por el contrario, como dependen de la caza y la tierra, deben de permanecer en movimiento incluso después de los 70 años.
Además, están acostumbrados a una dieta alta en fibra, basada “en verduras, pescado y carne magra“, de acuerdo con el comunicado oficial de la institución. Los investigadores contrastaron estas costumbres alimenticias con las de las personas que funcionan en dinámicas industriales.
Andrei Irimia, profesor asistente de gerontología, neurociencia e ingeniería biomédica en la Escuela de Gerontología Leonard Davis de la USC, destacó lo siguiente en estos términos:
“Los t’simane nos han proporcionado un experimento natural asombroso sobre los efectos potencialmente perjudiciales de los estilos de vida modernos en nuestra salud”, destacó el experto. “Estos hallazgos sugieren que la atrofia cerebral puede reducirse sustancialmente por los mismos factores de estilo de vida asociados con un riesgo muy bajo de enfermedad cardíaca”.
Los t’simane involucrados en el estudio tenían entre 40 y 94 años de edad. 746 adultos participaron desde sus aldeas. De la muestra, se concluyó que los participantes experimentaban una atrofia cerebral significativamente inferior que la media en Europa. Por esta razón, concluyeron los científicos, el riesgo de deterioro cognitivo y demencia se hacía mínimo.
Con corazones y cerebros sanos, incluso bien entrados en la vejez, los t’simane tienen aseguradas buenas condiciones de salud incluso en las etapas tardías de sus vidas. Ninguno de ellos presenta obesidad, infecciones respiratorias ni enfermedades gastrointestinales. El secreto de su envejecimiento saludable podría estar, por tanto, en una dieta libre de azúcares y grasas saturadas.
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