Al jugar con muñecas, las niñas pequeñas absorben los valores de belleza y los roles sociales que estos juguetes representan implícitamente.
Diría Johan Huizinga que jugar es un mecanismo animal que los humanos heredamos para representar nuestro mundo. Es una manera de apropiarse, desde edades tempranas, de las dinámicas sociales a las que el individuo se enfrentará después: un espacio de azar del que puede salirse en cualquier momento, por lo que es seguro para experimentar.
Las herramientas que usamos para jugar, por tanto, son fundamentales para probar estos esquemas. En el caso de los seres humanos, también implican estructuras de poder y están impregnados de cargas culturales. Por esta razón, jugar con muñecas que representen ciertos valores y aspiraciones puede ser problemático para las niñas pequeñas.
Normalizar cuerpos irreales

Una nueva investigación sugiere que jugar con muñecas ultra-delgadas podría hacer que las niñas pequeñas aspiren a verse así al crecer. No sólo eso: la poca diversidad de identidades de género y de razas representadas en estos juguetes acotan su visión del mundo a un modelo de mujer ideal —que, también, es inalcanzable.
El estudio fue conducido por la Universidad de Durham en el Reino Unido. Resultó ser que este tipo de muñecas inciden negativamente la imagen corporal en niñas de hasta cinco años. Esto es así porque las exponen a ideales delgados que se proponen como deseables, y que se refuerzan en la televisión y las redes sociales.
Esta normalización de cuerpos y valores estéticos poco aterrizados provoca que se sientan insatisfechas consigo mismas. Eventualmente, esto se decanta en trastornos alimentarios graves, que afectan su salud emocional y física severamente a largo plazo.
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Consecuencias a largo plazo

Estos valores inalcanzables tienen efectos a largo plazo en la satisfacción personal de las niñas, que rara vez pueden llegar a tener ese tipo de cuerpos y estilos de vida. Lynda Boothroyd, la autora principal del estudio, señaló lo siguiente con respecto a la problemática:
“La insatisfacción corporal es un gran problema, especialmente entre las niñas. Puede tener graves consecuencias para el bienestar de las niñas y provocar trastornos alimentarios y depresión”.
La industria multimillonaria de las muñecas, por tanto, tiene un impacto nocivo en el autoconcepto que las niñas pequeñas tienen. En especial, porque interactúan con sus productos durante sus primeros años formativos, que plantean dimensiones poco realistas de los cuerpos femeninos.
No sólo eso: las niñas aprenden su lugar en la sociedad como madres, educadoras y profesionistas a partir de las funciones que identifican al jugar con muñecas. De una manera natural, se identifican con los juguetes y se posicionan a sí mismas en ese lugar social, muchas veces impregnado por distinciones de género que las ponen en desventaja.
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