Imagina que las 200 mil personas que esperan un transplante de riñón pudieran simplemente hacer un pedido y recibir uno nuevo, fabricado a partir de sus propias células
Imagina que las 200 mil personas que esperan un transplante de riñón (según cálculos de la OMS) pudieran simplemente hacer un pedido y recibir uno nuevo, fabricado a partir de sus propias células. Quizás esta idea pronto se haga realidad. Bioingenieros han logrado confeccionar riñones de rata que funcionan, tanto en el laboratorio como después de ser transplantados al animal vivo.
En Estados Unidos, cada año se realizan alrededor de 18 mil transplantes de riñón. Sin embargo, 100 mil estadounidenses aún esperan un donador. Quienes ya han recibido un transplante, deben enfrentar una vida consumiendo inmunosupresivos. Estos medicamentos, si bien disminuyen la probabilidad de rechazo del riñón por parte del organismo, causan serios efectos secundarios.
Un equipo de investigadores del Hospital General de Massachusetts, liderados por el doctor Herald Ott, ha perfeccionado la técnica de “des-celularización”. Su prometedor trabajo podría recortar drásticamente la lista de espera de órganos además de eliminar la necesidad de ingerir los dañinos inmunosupresivos.
El método estudiado conserva la arquitectura original del riñón para que el injerto resultante pueda ser trasplantado al paciente. Mediante una solución detergente, se eliminan las células vivas del órgano para obtener la estructura de colágeno restante. Posteriormente, se vuelve a poblar con las células renales apropiadas. El resultado es un riñón renovado y sano.
Durante el estudio, se descelularizaron los riñones de varias ratas. A través del sistema vascular y la vía urinaria, se insertaron células de ratas recién nacidas en los riñones previamente despojados. Durante 12 días, se cultivaron los órganos en un reactor biológico. Después, fueron trasplantados a las ratas que carecían de un riñón. En cuanto se renovaba el flujo sanguíneo, los riñones empezaron a producir orina.
A pesar del éxito del experimento, se notó que los riñones tratados tenían un desempeño menor que los saludables. Los científicos atribuyen esto a la inmadurez de las células neonatales que utilizaron. Un periodo de cultivo más prolongado y una mayor madurez en las células podrían refinar la técnica.
Si la tecnología se puede emplear en injertos más grandes, es decir, en riñones humanos, se podría aliviar a quienes padecen de enfermedades renales sin necesidad de recibir un órgano donado. Dado que el nuevo riñón es “personalizado”; creado con tu propio ADN, no habría riesgo de rechazo.
Actualmente, el equipo de Ott se encuentra experimentando con corazones y pulmones.

