Desde su aparición, el nuevo coronavirus ha mutado poco más de 12,000 veces. ¿Qué significa cada mutación y cuáles son los riesgos?
A principios de noviembre, Dinamarca ordenó sacrificar 17 millones de visones debido a que una mutación del coronavirus fue detectada en estos mamíferos y contagió al menos a doce personas.
Según el Ministerio de Salud del país nórdico y la Autoridad Danesa de Control de Enfermedades Infecciosas (SSI), el riesgo de que la mutación hallada en visones (el único animal cuya transmisión a humanos está comprobada) provocara dificultades para el desarrollo de una vacuna contra Covid-19 obligó a tomar la drástica medida con las granjas de visones.
Las autoridades danesas explicaron que la mutación podría afectar directamente a los anticuerpos y por lo tanto, dificultar la consecución de una vacuna segura y efectiva contra el virus; sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló que no hay evidencia de que la mutación haya modificado la gravedad del virus o su capacidad de contagio, ni que la cepa encontrada en los visones tenga un comportamiento particular:

“Es demasiado pronto para sacar conclusiones sobre las implicaciones que tiene esta mutación específica, sea para la transmisión, la gravedad de la enfermedad o para la respuesta inmunitaria y la eficacia potencial de una vacuna”, explicó la científica jefa de la OMS, Soumya Swaminathan.
El SARS-CoV-2 y sus 12 mil mutaciones
Las mutaciones son un proceso normal en cualquier ser vivo y ocurren en todos los organismos cada que se replican.
Estos errores en el copiado y replicación de la información genética son especialmente comunes en los virus con material genético ARN (ácido ribonucleico) como el coronavirus, debido a que sus genomas son pequeños y poseen un sistema menos sofisticado para corregir los fallos que cometen durante su replicación.
Según un artículo publicado en Nature el 8 de septiembre, hasta entonces se tenían registradas cerca de 12 mil mutaciones de SARS-CoV-2, un virus cuya tasa de mutación es lenta comparada con otros como el VIH.
En marzo, distintas investigaciones comenzaron a rastrear miles de secuencias genéticas de mutaciones de coronavirus que “podrían haber cambiado las propiedades del virus” a medida que la pandemia avanzaba por el mundo.

Después de un mes de observaciones, David Montefiori, director del laboratorio en busca de una vacuna contra el VIH en la Universidad de Duke y Bette Korber, experto en VIH y biólogo computacional en el Laboratorio Nacional de los Alamos, revelaron que una nueva variante de coronavirus llamada D614G estaba sustituyendo rápidamente a las anteriores y en un par de meses, se convirtió en la cepa dominante en todas las nuevas infecciones nivel mundial.
La principal preocupación de los científicos radicó en que esta mutación se concentra en el aminoácido 614 en la proteína en forma de espiga, la ‘llave’ del virus para ingresar a las células humanas.
Después de la publicación de sus resultados, estudios pequeños y a corto plazo compartieron toda clase de hallazgos respecto a la mutación: mientras algunos aseguraban que propiciaba una mejor identificación de los anticuerpos y facilitaría el desarrollo de vacunas, otros expresaban su preocupación porque hiciera al Covid-19 diez veces más contagioso de lo que actualmente es.
Y aunque ninguno de estos estudios aún muestra resultados concluyentes, muchos de los hallazgos previos fueron compartidos por la prensa, a pesar de que cuando se trata de mutaciones, la regla general es que la mayoría carecen del potencial para cambiar el rumbo de una epidemia:

“Muchas mutaciones no tendrán ninguna consecuencia en la capacidad del virus para propagarse o causar enfermedades, porque no alteran la forma de una proteína, mientras que aquellas mutaciones que cambian proteínas tienen más probabilidades de dañar el virus que de mejorarlo”, explica Ewen Callaway, autor del artículo.
En el caso de los virus ARN, las múltiples mutaciones son comunes y siempre que no den paso a una nueva cepa que produzca una mayor peligrosidad, virulencia o resistencia del patógeno, no existe razón alguna para añadir una preocupación extra a la comunidad científica y médica que lucha contra el Covid-19:
“Los investigadores todavía tienen más preguntas que respuestas sobre las mutaciones del coronavirus, y nadie ha encontrado ningún cambio en el SARS-CoV-2 que deba plantear preocupaciones de salud pública, pero estudiar las mutaciones en detalle podría ser importante para controlar la pandemia y ayudar a prevenir las mutaciones más preocupantes: aquellas que podrían ayudar al virus a evadir el sistema inmunológico, las vacunas o las terapias con anticuerpos”.
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