Según estudio, las imágenes mentales son más poderosas que la información verbal para ayudar a pacientes.
Las personas que fueron víctimas de abuso sexual cuando eran niños suelen reportar sentimientos constantes de estar contaminados.
Este efecto puede conllevar a problemas de autoestima, de imagen estética, en las relaciones, y del comportamiento como desórdenes compulsivos del paciente.
Pero ahora, un estudio publicado en enero 2012 en la revista Behavior Modification halló que un tratamiento que apela a la lógica y lo emocional, mediante el imaginario, puede ayudar a aliviar estos sentimientos invasores en la vida de la víctima.
Psicólogos de la Universidad Goethe de Frankfurt, Alemania, probaron un breve tratamiento que consistió en una sesión y una reunión de refuerzo y seguimiento.
Primero los terapeutas y los participantes vistieron los detalles de sus pensamientos de contaminación o suciedad: cómo se siente, cuando y dónde ocurre, y cómo afecta en la vida diaria.
Después, los pacientes fueron designados a investigar en Internet la periodicidad en que las células humanas se reproducen. También tuvieron que calcular el número de veces en que las células en el punto del cuerpo de origen del trauma se han reproducido desde el último contacto con sus abusadores.
El tejido celular de la piel se reconstruye cada cuatro o seis semanas; las membranas mucosas se reproducen más en ese lapso.
Una vez terminado ese proceso, los pacientes discutieron con los terapeutas lo que estos datos les significaron en primera instancia. Los participantes reportaron una sensación de que ninguna célula epidérmica que cubría su cuerpo había estado en contacto con sus abusadores.
Finalmente las víctimas realizaron un ejercicio en donde imaginaron derramar su piel contaminada.
Los resultados encontraron que este tratamiento decrece significantemente los sentimientos de estar contaminado, y también, para sorpresa de los investigadores, todo el cuadro de estrés postraumático.
La autora del estudio, Kerstin Jung, dijo a Scientific American que la combinación de información fáctica con el imaginario de los pacientes es la clave del tratamiento, ya que la información aislada puede dejar en la víctima la noción de los datos científicos sin sentir que son verdad a un nivel emocional.
“Las imágenes son más poderosas que la información verbal para cambiar las emociones” dijo Jung.

