El campo magnético del Sol y el viento solar se reorganizan al interactuar con material interestelar
Los satélites Voyager están viajando a través del borde exterior del Sistema Solar (se encuentran a casi 10 mil millones de millas de la Tierra), la heliopausa. En esta región el campo magnético del Sol no es liso sino un mar turbulento de burbujas magnéticas.
Mediante un modelo informático con datos de las naves (hasta ahora gran parte de las pruebas de la existencia de las burbujas son a partir del registro de partículas energéticas de los instrumentos a bordo), los científicos han observado que el campo magnético distante del Sol está constituido por burbujas de unos 100 millones de millas de ancho, las cuales se deben a que el campo se reorganiza; se rompe en estructuras autónomas, porque tanto el viento solar como el campo magnético son afectados por el material interestelar expulsado desde otras estrellas en la frontera de nuestro vecindario solar.
Al igual que la Tierra, el Sol tiene un campo magnético con un polo norte y un polo sur. Las líneas del campo se extienden hacia afuera por el viento solar (una corriente de partículas cargadas que emanan de la estrella y que interactúan con el material expulsado por otros cuerpos) alcanzando el borde del Sistema Solar. Pero debido a que el Sol gira, su campo magnético se retuerce y arruga, “como la falda de una bailarina, y las Voyager se encuentran en esos pliegues”, señala el astrónomo Merav Opher, de la Universidad de Boston.
Comprender la estructura del campo magnético del Sol permitirá a los científicos entender cómo los rayos cósmicos galácticos entran en nuestro Sistema Solar, y ayudar a definir de qué manera la estrella interactúa con el resto de la galaxia.
Lanzadas en 1977, las naves gemelas, construidas por el Jet Propulsion Laboratory en Pasadena, California, han viajado 33 años y están en camino de alcanzar el borde del espacio interestelar.
Fuente: NASA

