Aunque en los últimos meses se ha producido un aumento en las explosiones solares, la mayor actividad será en 2013
Una fuerte tormenta solar, pronosticada como la más grande en los últimos cinco años, golpeó los campos magnéticos de la Tierra sin embargo se desvaneció al nivel más bajo, G1, y no afectó el tendido eléctrico, los sistemas de navegación satelital o las rutas aéreas. Pero el impacto podría aumentar mientras la tormenta continúa.
El fenómeno se originó a partir de dos grandes llamaradas solares que se produjeron a comienzos de esta semana. La perturbación empezó la noche del domingo en una región activa del Sol denominada 1429, con una gran llamarada solar asociada con una ráfaga de viento solar y plasma conocida como eyección de masa coronal que se precipitó hacia la Tierra a unos 6.4 millones de kilómetros por hora. Un par de erupciones solares y una eyección coronal de masa en la madrugada del miércoles desencadenaron luego una fuerte radiación solar y tormenta geomagnética, ambas en el nivel tres en una escala de cinco.
La actividad solar se incrementa y disminuye en ciclos de once años de duración. Y aunque durante los últimos meses se ha producido un aumento de las explosiones que causan la tormenta, el momento de mayor actividad del actual ciclo se dará en 2013.
Las explosiones o erupciones solares se producen por la súbita liberación de la energía magnética almacenada en la atmósfera del Sol, que puede también liberar al espacio partículas cargadas. Al llegar a la Tierra, el gas que las contiene, el cual viaja a 2,000 kilómetros por segundo, choca con la capa magnética que rodea al planeta, y las corrientes eléctricas generadas en la atmósfera por la ‘sacudida’ del campo magnético pueden afectar satélites, el tendido eléctrico o sistemas de comunicación. Impactan en especial las zonas cercanas a los polos, donde si el cielo está despejado hay probabilidades de observar en latitudes más bajas auroras boreales y australes.
En 1972 una enorme llamarada solar desconectó las comunicaciones telefónicas de larga distancia en Illinois, EE.UU., y en 1989 otra provocó cortes de energía en Canadá.

