Un misil lanzado por una nueva arma antisatélite rusa casi impactó la Estación Espacial Internacional, aumentando con ello la tensión entre el país de Putin y Estados Unidos.
Las alarmas de la Estación Especial Internacional despertaron a su tripulación durante las primeras horas del pasado 16 de noviembre. La orden fue clara: los siete astronautas debían buscar refugio en las cápsulas de transporte de la nave y prepararse para un posible impacto. Durante las siguientes horas, la tensión provocada por el estreno de una nueva arma antisatélite rusa aumentó peligrosamente.
Esto es todo lo que sabemos sobre las dramáticas horas en las que un misil amenazó a uno de los proyectos espaciales más importantes de la historia y puso en vilo la siempre tensa relación entre dos de las naciones más poderosas del mundo.
El estreno de una nueva arma antisatélite
A inicios de esta semana, el gobierno de Vladimir Putin intentó demostrar su poderío armamentista al presentar un arma diseñada para destruir satélites más allá de nuestro planeta.
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La misión era, en apariencia, sencilla: se lanzaría un misil con dirección al satélite espía Kosmos, que quedó fuera de servicio después del final de la Guerra Fría. Como resultado, la nave explotaría en pedazos tan pequeños que serían fácilmente atraídos y destruídos por la atmósfera terrestre. Sin embargo, las cosas no salieron de acuerdo al plan.
Mientras el misil ruso seguía la trayectoria hacia su blanco, la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA) observaba con impaciencia. Tras el impacto del proyectil ruso, más de 1,500 piezas de desechos fueron impulsados hacia el espacio.

A diferencia de lo que se había calculado, estos objetos continuaron su órbita sobre la Tierra a gran velocidad: 28,000 mil kilómetros por hora. A esa rapidez, un objeto del tamaño de un guisante podría convertirse en una amenaza para la Estación Especial Internacional (EEI).
La versión rusa y el regaño estadounidense
Ante el poco tiempo de reacción disponible, los astronautas fueron evacuados de sus áreas y se les pidió protegerse en las naves que los llevaron originalmente a la (EEI). Cada vez que la Estación atravesaba por la nube de escombros provocada por el arma antisatélites rusa, la tensión aumentaba en ambos lados del orbe.
Una vez pasada la emergencia, las agencias espaciales estadounidense y rusa emitieron comunicados sobre el ejercicio. Para Roscosmos, no había necesidad de preocupación: “La estación está en la zona verde”, aseguraron en su cuenta de Twitter.
La industria espacial rusa es pionera en vuelos espaciales tripulados y ha estado trabajando con socios internacionales en esta área durante muchas décadas.
Para nosotros, la principal prioridad ha sido y sigue siendo garantizar la seguridad incondicional de la tripulación https://t.co/rEa3Sgwomf
— ROSCOSMOS en español (@roscosmos_es) November 16, 2021
Por su parte, la NASA y el Departamento de Estado de la administración de Joe Biden catalogaron el acto como un “comportamiento peligroso e irresponsable”. “Con su larga e histórica historia en vuelos espaciales tripulados, es impensable que Rusia ponga en peligro no solo a los astronautas estadounidenses e internacionales asociados en la EEI, sino también a sus propios cosmonautas”, señaló Bill Nelson, administrador de la NASA, en un comunicado.
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Mientras las cosas se calman, el gobierno ruso pude presumir de sus avances tecnológicos, al mismo tiempo que celebra que uno de sus experimentos más arriesgados –y que fácilmente pudo haber salido mal– no terminó en una tragedia gratuita.
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