Investigadora de la UNAM participa en los estudios de Gliese 581d, en busca de huellas de vida fuera de la Tierra
Hasta ahora sólo se ha encontrado un exoplaneta que podría contar con una atmósfera que lo haga habitable, Gliese 581d (su masa es siete veces más que la Tierra, aunque no se ha comprobado si tiene atmósfera o agua), del cual se realizan estudios mediante modelos. En ellos participa la Universidad Nacional Autónoma de México a través de la investigadora del Instituto de Ciencias Nucleares, Antígona Segura.
Ella ha podido determinar que para calentar la superficie de ese mundo se requiere una atmósfera de 7.6 bares (la terrestre es igual a una de esas unidades de presión), compuesta en 90% de dióxido de carbono (CO2) y 10 de nitrógeno, suficiente para elevar la temperatura arriba del punto de congelación; sin embargo, Marte podría convertirse en el primero en ser habitado en unos 100 años, si se comienza a modificar desde ahora.
La importancia del hallazgo de otros planetas, dice la colaboradora del Laboratorio Virtual de Planetas del Instituto de Astrobiología de la NASA, no es ir a visitarlos, sino encontrar huellas de vida. “Entonces sabríamos que ésta es un fenómeno universal y no algo extraño que sólo ocurrió en la Tierra”.
En la actualidad, para llegar a Júpiter, una sonda debe viajar una década; salir del Sistema Solar, por supuesto, sería muchísimo más tardado y requeriría enormes cantidades de energía.
Cómo se localiza a los exoplanetas
Un exoplaneta es un planeta que gira alrededor de otra estrella que no es nuestro Sol. “No tenemos una masa mínima para definirlo, y no debe ser tan grande como una estrella, porque entonces podría ‘prenderse’ y emitir energía por sí misma”, explica la única investigadora en México dedicada a realizar modelos atmosféricos de exoplanetas.
Para localizarlos, dice, existen varios métodos, el más exitoso es el de velocidad radial (sirve para encontrar ‘mundos’ muy grandes o que están muy cerca de una estrella), el cual consiste en detectar el ‘bamboleo’ de la estrella: si dos cuerpos giran, lo hacen alrededor de un centro común, y si uno es muy masivo parece que uno gira alrededor del otro; en otras palabras, si dos niños se toman las manos y dan vueltas, ambos giran alrededor de un centro en común, pero si un adulto toma a un niño y le comienza a dar vueltas, parece como si el adulto estuviera en el mismo lugar y el infante fuera el que girara. Ambos lo hacen, pero el giro del mayor es más pequeño y más difícil de percibir. “Así pasa con las estrellas y los planetas”, señala. Otra vía es la de tránsito: ver el eclipse que causa el planeta sobre su respectiva estrella. También se pueden aplicar los de lentes gravitacionales y astrometría.
Con los dos primeros, se obtienen la masa y el radio, respectivamente, y con esos datos es posible inferir cuál sería la composición del planeta, porque tendríamos su densidad, es decir, cuánta masa cabe por unidad de volumen. Júpiter o Saturno tienen una de un gramo por centímetro cúbico; en planetas rocosos como Mercurio o la Tierra las densidades son de 3 a 5 y así se diferencian.
Cuántos han sido identificados
Hasta el 23 de mayo de 2011 se habían descubierto 551 planetas, la mayoría con telescopios en Tierra; además hay candidatos a planetas detectados por el telescopio espacial Kepler, el cual gira alrededor del Sol, es decir, sigue a la Tierra porque se busca que siempre observe la misma zona de la galaxia, y mida la luz de varias estrellas al mismo tiempo, para detectar eclipses. Es un instrumento con capacidad para percibir desde planetas tan pequeños como el nuestro, hasta gigantes.
En 2005 se encontró el primer planeta, llamado ‘b’, alrededor de la estrella Gliese 581, una enana roja de la tercera parte de la masa del Sol, que se ubica a una distancia de 20 años luz, cercana si se compara con el diámetro de la Vía Láctea, que es de 100 mil años luz. En 2007 se descubrieron Gliese 581c y ‘d’; se determinó que ‘c’ estaba en la llamada ‘zona habitable’ de la estrella, es decir, donde un planeta con atmósfera recibe suficiente energía de su sol para mantener agua líquida en su superficie, por arriba de los cero grados centígrados. Aunque, aclara la experta, “ubicarse en esa área no significa que tiene atmósfera ni agua líquida, simplemente que, si tuviera ambos componentes, sería habitable“.
Después se precisó que ‘c’ está muy cerca de la estrella, y no puede ser habitable por las altas temperaturas que privan en él; y que ‘d’ estaba en el límite externo y que sí podría tener condiciones de habitabilidad. Con el hallazgo de un nuevo planeta alrededor de Gliese 581, el ‘e’, se recalcularon las órbitas de todo el sistema y se encontró que ‘d’ sí está en la zona habitable.
Faltan aún años de investigación
De Gliese 581d se desconoce si tiene agua o atmósfera. Para comprobar ésta se requeriría ‘medirla’ y establecer su composición, con la ayuda de la luz que la atraviesa y que detectan los telescopios. Pero dada su distancia aún no se cuenta con los instrumentos capaces de captarla. “La construcción de una herramienta valiosa, el James Webb Telescope, que sustituirá al Telescopio Espacial Hubble, está detenida. Otras misiones, el Terrestrial Planet Finder y Darwin, no estarán listas antes de 10 años. Entonces, habrá que esperar”, puntualiza Antígona Segura.
Los cálculos de este planeta fueron dados a conocer en Astrophysical Journal, y en el estudio también participan Lisa Kaltenegger, del Harvard Smithsonian Center for Astrophysics, y Subhanjoy Mohanty, del Imperial College London.
Fuente: UNAM. Imagen: Antígona Segura

