Chatarra pasa a 250 metros del laboratorio; los astronautas se refugiaron en dos naves Soyuz
Este martes, hace unas horas, la tripulación de la Estación Espacial Internacional tuvo que refugiarse en las naves Soyuz acopladas, ante el riesgo de que basura espacial impactara al laboratorio, la cual finalmente pasó a sólo 250 metros.
El residuo que se acercó a la Estación no fue detectado a tiempo para efectuar una maniobra elusiva. Los seis astronautas que habitan la EEI permanecieron una media hora en los vehículos rusos, preparados para abandonar el complejo espacial en caso de ser necesario, sin embargo una vez pasado el peligro regresaron a sus actividades. Un impacto podría despresurizar a la estación, lo que condenaría a los astronautas.
Más de 19,000 objetos identificados circundan la órbita de nuestro planeta: desde satélites o carga funcional hasta ‘basura espacial’, es decir restos de naves o piezas perdidas de otros satélites descompuestos, aunque se calcula que serían más de 600 mil los objetos mayores a 1 centímetro de diámetro. Una de las mayores fuentes de basura espacial han sido las pruebas de armas antisatélites realizadas por Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría entre la década de los años 60 y los 70, y una prueba de arma antisatélite llevada a cabo el 11 de enero de 2007 por China cuando destruyó uno de sus satélites meteorológicos usando un proyectil cinético que viajaba a 8 kilómetros por segundo en dirección opuesta.
El llamado Centro de Control Espacial del Comando Estratégico, rama de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, es el responsable de rastrear todos los objetos hechos por el hombre que se encuentren en órbita. Para lograr su objetivo este organismo se apoya en los datos recibidos por sitios de vigilancia establecidos en tres puntos del planeta, dos de ellos en E.U. (Nuevo México y Hawái) y el otro en territorio inglés, la isla de Diego García, en el océano Índico. Cada uno de estos lugares, denominados GEODSS (Ground-Based Electro-Optical Deep Space Surveillance), utiliza hasta tres telescopios capaces de observar objetos 10,000 veces más pequeños que los perceptibles por el ojo humano, cualidad que permite incluso hacer observaciones nocturnas.
El sistema GEODSS es capaz de rastrear objetos tan minúsculos como una pelota de basquetbol a más de 30,000 kilómetros en el espacio. Durante el lento ‘barrido’ de los cielos que estos sofisticados aparatos realizan, una cámara toma fotografías digitales muy rápidas y las envía a cuatro computadoras que las sobreponen una sobre otra; las imágenes de las estrellas son borradas mediante sistemas electrónicos y las de los objetos artificiales aparecen como delgadas líneas de luz que se distribuyen en la pantalla.
La información obtenida calcula la distancia y posición de cualquier objeto que se encuentre en los 5,000 y los 35,000 kilómetros de altura. Los datos de inmediato son enviados a la central del programa, ubicada en el estado de Colorado, Estados Unidos, para actualizar la lista de los objetos humanos orbitales.

