Este 2 de noviembre, la Estación Espacial Internacional (ISS) cumple 20 años ininterrumpidos de presencia humana en el espacio.
Hace 20 años, la primera expedición con destino a la Estación Espacial Internacional alcanzó su objetivo. Después de dos días de viaje, los astronautas rusos Yuri Gidzenko y Sergei K. Krikalev y el estadounidense William Shepherd inauguraron la presencia humana en la ISS con una estadía que se prolongó durante 136 días.
Desde entonces, 64 expediciones y 240 personas han vivido y trabajado en uno de los objetos más complejos jamás diseñados por nuestra especie, un laboratorio en órbita de 108 metros de largo que se mantiene en construcción permanente, mientras viaja a 28 mil kilómetros por hora y completa una vuelta a nuestro planeta cada 90 minutos.
La Estación Espacial Internacional es un hito en la historia de la exploración humana del espacio y su mantenimiento representa un logro inédito en la cooperación científica internacional.
Con una capacidad para seis astronautas, la ISS cuenta con tres nodos de habitación: Harmony, donde se encuentran los dormitorios de la tripulación; Unity, el área de comedor donde se reúnen los astronautas y Tranquility, una zona de ejercicio en la que cada ocupante debe pasar al menos dos horas al día para mitigar la pérdida de masa muscular y los efectos de la microgravedad.
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Aunque sus principales impulsores fueron la NASA y la Agencia Espacial Federal Rusa, la ISS también es gestionada por la Agencia Japonesa de Exploración Espacial (JAXA), la Agencia Espacial Canadiense (CSA) y la Agencia Espacial Europea (ESA).

En promedio, cada expedición tiene una duración de seis meses y además de realizar experimentos científicos, los astronautas cumplen con distintas labores de mantenimiento, ensamblaje o mejora de la ISS. Las tareas más atractivas son las 227 caminatas espaciales realizadas hasta la fecha.
Desde finales del 2000, la Estación Espacial Internacional ha sido sede de más de 3 mil investigaciones científicas con repercusiones directas no solo en la exploración del espacio, también en el desarrollo de medicamentos, comunicaciones, estudios sobre el cuerpo humano en microgravedad y millones de fotografías satelitales con fines científicos, educativos y para la atención de desastres naturales.
Los experimentos que se realizan en la ISS respecto al comportamiento del cuerpo humano son de especial interés para los siguientes pasos de la nueva carrera espacial, como la misión Artemisa, la primera que regresará humanos a la Luna desde el fin del programa Apolo y posteriormente, la llegada a Marte.

Además de la cooperación internacional y la experimentación científica en un laboratorio único, los astronautas que vuelven de la ISS suelen compartir una perspectiva particular de la Tierra como un todo, el único lugar del Universo que conocemos apto para la vida.
Tal vez se debe al efecto de contemplar a nuestro planeta a través de la cúpula de la Estación Espacial, o el silencio de un sitio tan hostil para la vida como el espacio desde donde todos los problemas terrenales parecen minucias.
Lo cierto es que en dos décadas, la ISS y sus cientos de tripulantes han dado el primer paso de la humanidad para habitar el espacio, el principio de una historia que habrá de cambiar nuestra perspectiva de lo que definimos como hogar en la próxima década.
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