La Tierra y los demás planetas internos del Sistema Solar serán devorados por el Sol, mientras que el resto vagarán errantes por la galaxia.
Más allá de cualquier credo, nuestro conocimiento sobre el ciclo de vida de las estrellas y los sistemas armónicos como el nuestro nos permite predecir cómo será el fin de la Tierra y los planetas a su alrededor.
En el caso del Sistema Solar, el evento que pondrá fin al grupo de planetas alrededor del Sol llegará una vez que la estrella que nos da luz y calor se convierta en una gigante roja y posteriormente, engulla a todos los planetas interiores, incluida la Tierra.
Dentro de 5 mil millones de años, el Sol agotará el combustible que mantiene la fusión nuclear en su interior y se convertirá en una gigante roja. Nuestra estrella crecerá tanto que engullirá a Mercurio, Venus y la Tierra, para después desintegrarse dramáticamente y comenzar el proceso que la convertirá en una enana blanca, eyectando más de la mitad de su masa.

Para entonces, la vida en nuestro planeta habrá desaparecido desde hace tiempo. El aumento gradual de la luminosidad del Sol en los primeros 800 millones de años de este proceso aumentará la temperatura y la radiación, haciendo inviable las últimas formas de vida que se conservaban en los polos.
Los gigantes gaseosos y el final del Sistema Solar
En este instante, la Tierra ya no será el mundo rebosante de vida que nos vió evolucionar como especie, sino un mundo con océanos de lava en su etapa final antes de ser devorado por el Sol, pero… ¿qué pasará con los demás planetas?
La pérdida de masa del Sol provocará que por primera vez desde la formación del Sistema Solar, su influencia gravitatoria sobre los planetas exteriores disminuya drásticamente. Este hecho en apariencia inocuo, comenzará a resquebrajar el sistema armónico que mantuvo en cohesión a nuestro vecindario cósmico durante millones de años.
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Para entonces, tanto los gigantes gaseosos (Júpiter y Saturno) como los mundos helados (Urano y Neptuno) de los confines del Sistema Solar describirán una órbita aún más lejana respecto a nuestra estrella. Esta distancia provocará que la atracción gravitatoria que alguna vez los condenó a girar alrededor del Sol se debilite cada vez más y en su lugar, influyan otras estrellas cercanas.
Con el paso de millones de años, la influencia de las estrellas visitantes del Sistema Solar terminará por influir decisivamente sobre las débiles órbitas de Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, causando su separación definitiva del Sol y con ello, el fin del Sistema Solar.
Los cuatro gigantes se convertirán en mundos errantes, planetas con órbitas caóticas que vagarán sin rumbo por la galaxia. Entonces su futuro dependerá del azar y lo mismo podrían desintegrarse tras una colisión, que dar forma a nuevos planetas tras el paso de millones de años.
Este escenario es producto del modelo más avanzado hasta el momento; sin embargo, la complejidad de factores que definen el rumbo de un sistema solar y sus planetas podrían llevar a nuestro vecindario cósmico a un desenlace distinto dentro de miles de millones de años.
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