Al parecer, son más comunes de lo que se cree los cuerpos circumbinarios o que orbitan dos soles
En septiembre pasado la NASA dio a conocer el descubrimiento de un planeta con dos soles, similar al Tatooine de Star Wars, sin embargo Kepler-16 b no es tan raro como parece. El mismo observatorio espacial que lo descubrió, Kepler, encontró otros dos más que orbitan, cada uno, su propio sistema binario de estrellas.
Kepler-34b y Kepler-35b, así fueron llamados, giran alrededor de un par de estrellas unidas gravitatoriamente que se orbitan entre sí. El primero está a 4,900 años luz de la Tierra y el segundo a 5,400 años luz (Kepler 16-b fue observado a 200 años luz).
Cada pareja de estrellas fue descubierta al eclipsarse de manera periódica la una a la otra. Además su brillo disminuía a intervalos irregulares, lo que delataba la presencia de los nuevos planetas, que transitan por delante. Así los científicos pudieron confirmar su existencia y medir su masa; se trata de gigantes de gas de baja densidad, comparables en tamaño a Júpiter o Saturno, aunque mucho menos masivos. Kepler-34 es 24% más pequeño que Júpiter, pero su masa lo es 78% menor. Cubre una órbita completa en 288 días terrestres alrededor de un par de estrellas similares al Sol. Por su parte, Kepler-35b es 26% más pequeño, su masa 88% menor, y completa su órbita alrededor de sus estrellas, más pequeñas, mucho más rápido, en sólo 131 días.
Los astrónomos, de acuerdo con lo que publican en Nature, creen que ambos planetas circumbinarios están conformados en su mayoría por hidrógeno, y que son demasiado calientes para albergar algún tipo de vida.
“Los planetas circumbinarios pueden tener climas mucho más complejos, porque la distancia entre el planeta y cada estrella cambia de manera significativa durante cada período orbital”, explica Eric B. Ford, investigador de la Universidad de San Diego y autor principal del estudio.
Este tipo de planetas son muy difíciles de detectar, aunque los tres encontrados podrían sugerir que la galaxia tendría muchos más, quizá millones. El telescopio Kepler tiene como misión buscar planetas similares a la Tierra capaces de contener vida, y en esa tarea ha descubierto otras sorpresas.

