Fue lanzada al espacio en 2009 para rastrear la primera luz emitida tras el Big Bang, y sus aparatos han comenzado a apagarse
Poco menos de 500 mil años antes de que el universo comenzara a expandirse tras una Gran Explosión o Big Bang hace 13,700 millones de años, el cosmos se enfrió hasta los 4000 ºC, lo que permitió que materia y energía se desacoplaran y esta última, en forma de luz, llenara por primera vez el espacio.
Con la expansión del universo esa luz se ha desplazado al rango de las microondas.
Analizando las huellas que en su momento la materia dejó impresas en la radiación, y que aún son detectables, los científicos esperan entender el Big Bang y estudiar el universo tal como era en su infancia, mucho antes de que se formaran las estrellas y galaxias.
Uno de los instrumentos para conseguirlo ha sido la misión Planck de la Agencia Espacial Europea, lanzada en mayo de 2009 con el propósito de escanear el cielo rastreando esa débil radiación, la primera luz emitida tras el Big Bang (también detecta la del polvo frío que llena todo el universo). Aunque su propósito era realizar dos mediciones completas del cosmos, lo ha hecho cinco veces en un lapso de treinta meses.
El sábado uno de sus dos sensores principales se quedó sin refrigerante, lo cual ya estaba previsto, y el otro, que puede trabajar a temperaturas ligeramente más altas, lo hará este año.
La misión ha permitido configurar un catálogo de cúmulos de galaxias en el universo lejano, muchos nunca detectados antes. Y sus observaciones de la radiación de fondo infrarroja emitida por las estrellas que estaban formándose en la época de infancia del universo, mostraron cómo las primeras galaxias producían cada año mil veces más estrellas de las que se forman hoy en nuestra galaxia.
Aunque sus instrumentos se apaguen por completo, continuará el análisis de datos y los primeros acerca del Big Bang y el universo primigenio se darán a conocer en 2013. Fuente: ESA