La exposición a largo plazo a los rayos cósmicos cambia el funcionamiento cerebral, lo cual tendría implicaciones para las futuras misiones a Marte
Incluso 54 años después del primer vuelo tripulado al espacio, la NASA siguen aprendiendo acerca de la forma en que las condiciones del espacio afectan al cuerpo humano. Actualmente la agencia se encuentra estudiando los efectos de un vuelo especial de larga duración en la visión humana y también analizando la forma en que la micro gravedad desgasta el sistema musculo esquelético.
Ahora, una investigación realizada en ratones indica que el entorno espacial también podría tener un impacto significante en el cerebro. En el estudio, publicado en el diario Science, los científicos analizaron como los rayos cósmicos podrían impactar en el cerebro de los ratones.
En el Laboratorio de Radiación Espacial de la NASA, los investigadores sometieron a los ratones a oxigeno y titanio completamente ionizados, elementos encontrados a menudo en los rayos cósmicos. Cada ratón fue apuntado con un haz cargado de partículas, similares a aquellas que logran penetrar una sonda durante viajes espaciales profundos. Para darse una idea de la forma en que los rayos afectarían el cerebro, los ratones fueron alterados para tener neuronas fluorescentes, de manera que sería más fácil observarlas durante las tomografías.
Tras seis semanas de exposición, los científicos notaron distintos cambios en los cerebros de los ratones, notable inflamación que interrumpía la comunicación entre las neuronas.
De acuerdo con los resultados, las partículas actuaron como pequeñas balas, volando dentro del cerebro y destruyendo las estructuras cerebrales conocidas como dendritas. La pérdida de estas sinapsis, que llevan señales electroquímicas entre las neuronas, a menudo se ha relacionado con el deterioro cognitivos y el Alzheimer.
También realizaron experimentos conductuales con los ratones expuestos a la radiación, lo cuales se mostraron menos curiosos y parecían más confundidos que el grupo de control. Los síntomas fueron similares a los cambios cognitivos en pacientes de cáncer en el cerebro tras los tratamientos de radiación.
Los astronautas a bordo de la Estación Espacial Internacional no se encuentran en peligro debido a que la magnetósfera terrestre actúa como un escudo protector que ayuda a desviar las partículas de los rayos cósmicos.
La investigación muestra que se necesitan de varios meses de exposición antes de comenzar a experimentar los cambios cerebrales, lo cual tendría grandes implicaciones para una de las principales iniciativas de la NASA: un viaje tripulado al planeta rojo. El recorrido para llegar a Marte y de regreso tomaría varios años y los astronautas no tendrían un campo magnético protector.