En 1954, Ann Hodges se convirtió en la única persona que ha sido golpeada por un meteorito de la que se tiene registro.
La tarde del 30 de noviembre de 1954, Ann Hodges dormía tranquilamente en su casa en un pueblo rural de Alabama: Sylacauga. Ubicado en el sureste de Estados Unidos, no había captado la atención de los medios por ninguna razón en particular. Hasta el día en que albergó a la única persona que ha sido golpeada por un meteorito.
Un techo roto y un radio destruido
Esa tarde, un meteorito atravesó el techo de la casa de Hodges, quien se despertó sobresaltada por el estrépito. Inmediatamente después, sintió un dolor intenso en la cadera. Cuando pudo incorporarse, encontró a su madre en la sala con el semblante pálido: el aparato de radio que tenían estaba completamente destruido.

Fue entonces que descubrieron qué había causado el alboroto: una piedra negra de las dimensiones de un melón había rebotado contra el estéreo e impactado a Hodges mientras dormía. En ese instante, la mujer de 31 años alzó el teléfono e informó a las autoridades locales sobre el incidente.
Poco tiempo después, la policía, los bomberos y un geólogo local estaban en la puerta de su casa, con la intención de descifrar lo que acababa de suceder. El especialista estaba trabajando en una excavación cercana, y estaba capacitado para identificar rocas de este tipo.
También te puede interesar: ¿De dónde vienen los nombres de los planetas?

Después de examinarla con cierto detalle, el geólogo determinó que el objeto provenía del espacio: era un meteorito. Las autoridades procedieron a entregárselo a la Fuerza Aérea para continuar con la investigación. En el auge de la Guerra Fría, habría que descartar cualquier intento de ataque comunista.
Ciertamente no lo fue, pero causó amplio alboroto entre los locales. La noticia causó un revuelo tal, que el Museo de Historia Natural de Alabama guardó algunos de los testimonios. Entre ellos, destacan los de quienes vieron una bola de fuego surcar el firmamento antes de estrellarse contra la casa de Hodges: “una luz rojiza brillante, como una vela romana que va dejando humo”, aseguraron.
Cuando se terminó de analizar, resultó ser que el meteorito pesaba casi 4 kilogramos. No sólo eso: era la mitad más grande de una pieza que se partió en dos al penetrar la atmósfera de la Tierra. Más tarde, un granjero encontró la otra mitad y la vendió para hacer una fortuna.
Un ‘regalo de Dios’
Esa noche, cuando su esposo Eugene Hodges llegó a su casa, con trabajos pudo alcanzar la puerta: una horda de personas circundaba su propiedad, intentando enterarse del objeto hasta entonces no identificado que había caído del cielo. Sólo entonces se enteró de que su mujer había sido impactada en la cadera por una piedra espacial.
A pesar de estar herida, ese día no pudieron trasladarla a un hospital para darle la atención que necesitaba. A la mañana siguiente, finalmente pudo consultar con un médico lo que le había pasado. Resultó ser que no tenía más que un moretón considerable a la altura de la cadera.
Este incidente le ganó a Ann Hodges un lugar en los anales de la Historia de Alabama. Sin embargo, después de eso su vida transcurrió sin gran eventualidad. Murió con el convencimiento de que el meteorito le pertenecía, pues la había golpeado a ella: incluso aseguró que era un regalo que le había mandado Dios desde las alturas.
Sigue leyendo:
Así se verá el choque de Andrómeda con la Vía Láctea desde la Tierra
La fusión de Andrómeda y la Vía Láctea que acabará con ambas galaxias ya comenzó

