Desde la tumba diversas celebridades continúan produciendo ganancias para sus herederos.
La revista financiera Forbes les ha asignado incluso una categoría en sus revisiones anuales de los más ricos del mundo; gran parte de ellos pertenecen al ambiente del entretenimiento. Una de las más notables es la actriz Elizabeth Taylor quien, tras morir de un ataque al corazón el 23 de marzo de 2010, dejó una interesante colección de objetos (entre ellos un cuadro del pintor neerlandés Vincent van Gogh) que se vendieron en diferentes subastas y alcanzaron un total de 184 millones de dólares, cantidad importante aunque inferior a los 450 que se obtuvieron por la venta de los objetos y obras de arte que pertenecieron al diseñador de modas Yves Saint Laurent.
Los herederos de Taylor creen además que la protagonista de películas como National Velvet y La noche de la iguana tiene un gran potencial comercial para las marcas de prestigio, en la medida en que encarna el prototipo de la estrella glamorosa, acaudalada y bella que tuvo tantos maridos y amantes como quiso.
Uno de sus mejores amigos, el cantante Michael Jackson, quien murió sólo unos cuantos meses antes que ella (el 25 de junio de 2009), tenía serias dificultades económicas en la última parte de su vida y diversas complicaciones personales, que lo condujeron al abuso de sustancias y con ello a la muerte en circunstancias poco claras para la justicia y la opinión pública. Tras su deceso, sus deudos han recibido ingresos estimados en 150 millones de dólares, cantidad superior a la que en este lapso obtuvo cualquier artista vivo. Proceden de su material discográfico y las regalías de un espectáculo basado en él, ?Michael Jackson Immortal World Tour?, desarrollado por el Cirque du Soleil. Otra fuente de riqueza para los herederos de Jackson es el catálogo musical de Sony/ATV, al que pertenecen, por ejemplo, las canciones de Los Beatles. El músico pop había comprado el 50% de éste, el cual aún genera grandes regalías. Jackson no es el único caso de este tipo en el mundo de la música.
Uno de los más connotados, que cobra incluso ciertos tintes religiosos, es el cantante Elvis Presley, quien sigue cautivando a una importante audiencia. Muerto a los 42 años, el 16 de agosto de 1977, nunca ha pasado de moda. Miles de personas visitan Graceland, la casa que habitó en Memphis, Tennessee, y adquieren souvenirs de todo tipo, otras compran sus discos con temas legendarios como ?El Rock de la cárcel?.
Su inconfundible estilo ha dado lugar a un show en la ciudad de Las Vegas, Nevada, llamado Viva Elvis, pieza musical con una vistosa producción. En 2012 este conjunto de actividades produjo ganancias por cincuenta millones de dólares.
Otro músico rentable después de su muerte es el cantante John Lennon, quien fue asesinado en Nueva York el 8 de diciembre de 1980. Desde 1962 se han vendido más de 63 millones de álbumes del grupo originario de Liverpool, cuyos miembros (o sus deudos) siguen recibiendo regalías.
El Cirque du Soleil también ha creado un espectáculo que incorpora algunos de sus grandes éxitos musicales. Su viuda Yoko Ono y su hijo Julian Lennon se han distinguido por preservar con rigor ese redituable negocio.
George Harrison, el menor de los Beatles, no puede compararse con Lennon en términos de fama y fortuna; sin embargo, tras su muerte de cáncer el 29 de noviembre de 2001, sus deudos reciben parte de los beneficios que les corresponden a los integrantes del cuarteto de Liverpool, la banda más exitosa en la historia.
Un caso afín al de ellos es el del compositor jamaicano Bob Marley, máximo exponente del reggae, quien murió el 11 de mayo de 1981 a consecuencia de un cáncer. Desde su residencia en el más allá es un productivo negociante. En los últimos veinte años ha vendido casi ochenta millones de álbumes. Por otra parte, su carácter de ícono de la contracultura lo ha convertido en la divisa de la firma House of Marley, que comercializa diversos artículos de estilo de vida, y de la Compañía de Bebidas Marley, dedicada a preparar bebidas relajantes.

