Podría ser que los problemas de pareja que se vivían en la Edad Media no fueran tan distintos a los que vivimos hoy en día.
Los problemas de pareja de las personas persisten a pesar de los siglos. Aunque las explicaciones ontológicas y científicas que le conferimos a los problemas íntimos ciertamente cambian, parece ser que —al menos en esencia— se mantienen impolutos con el paso del tiempo. Estos son algunos de los problemas sexuales de pareja más comunes que vivían las personas durante la Edad Media en Europa.
1. Amor no correspondido

Para resolver asuntos relacionados al corazón, muchos hombres tornaron sus esperanzas a la magia. Ya fuera por medio de las artes oscuras o la alquimia, diversos encantamientos se lanzaron sobre mujeres que no correspondieron las muestras de afecto de jóvenes enamorados.
Los huevos de hormiga y polvo de bígaro en la comida de la mujer deseada, según se creía, serían remedios efectivos para estimular sus pasiones. Naturalmente, la Iglesia no estaba de acuerdo con estas prácticas, y quien fuese sorprendido haciendo hechicerías para conseguir el favor de otra persona sería seguramente condenado por la Inquisición.
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2. Llegar al matrimonio sin ser virgen

El constructo social de la virginidad en Occidente ganó peso durante la Edad Media. Era uno de los problemas sexuales más comunes, ya que según dictaba la fe católica, las mujeres deberían de llegar castas y puras al matrimonio. Rara vez se cumplía con este requerimiento divino.
Para comprobar este parámetro obligatorio, se usaba examinar la orina de la mujer en cuestión. Según la ciencia de la época, la coloración de una virgen sería más fina y clara que la de una mujer “corrupta por el placer“. De la misma manera, se estableció la creencia sin fundamento de que las mujeres que no habían tenido relaciones sexuales sangrarían durante su primer encuentro. De lo contrario, inmediatamente sería sospechosa.
3. Disolución del matrimonio por impotencia sexual

El problema ha acosado a los hombres desde tiempos inmemoriales. En la Edad Media, esta condición poco funcional en los varones podría, incluso, acabar en una corte. Las mujeres tenían el derecho de disolver sus matrimonios legalmente si su pareja era impotente.
Lo importante era establecer si el problema era temporal o permanente. Identificar el origen de este inconveniente íntimo era fundamental para determinar si el matrimonio podría terminar o no. Una posibilidad era que el hombre fuese víctima de un encantamiento mágico en su contra, o aún peor: de una maldición, que requería de una penitencia larga o de un exorcismo, en el peor de los casos.
4. ETS’s por visitas a prostíbulos

De entrada, la fornicación era un pecado. Cometerlo fuera del matrimonio era aún peor. Hacerlo con una prostituta era una falta todavía más grave. Diversas enfermedades de transmisión sexual se dispersaron en Europa como consecuencia de visitas recurrentes de hombres casados —sin importar su rango social— a los burdeles locales.
Ardores y picazones dolores intensos a la hora de orinar eran comunes entre los clientes frecuentes de este tipo de negocios nocturnos. Para aquellos que contraían estos malestares, se recomendaba sanar con vinagre en el área afectada, así como una visita a la iglesia más cercana, para confesar la falta terrible a la institución marital.
5. Cuestionamientos sobre la preferencia sexual

En la época, cualquier práctica homoerótica era considerada sodomía. Para limpiarse de esta supuesta “impureza”, principalmente los varones debían de confesarse y realizar penitencias minuciosas para limpiar sus almas. Esta concepción errónea del erotismo condenó a muchos hombres a la hoguera, ya que era considerada como una enfermedad incurable, como dictaba el Libro del Levítico en la Biblia.
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