Hay caballos famosos en la historia de la humanidad que han destacado ya sea por su desempeño en carreras, en la guerra. Conócelos:
Babieca
Era el caballo de Rodrigo Díaz de Vivar, un héroe castellano conocido como el Cid. Cuando el Cid murió, su esposa lo visitó con su armadura y dispuso el cadáver sobre Babieca para que sus enemigos creyeran que estaba vivo.
Bucéfalo
Corcel de Alejandro Magno. Su nombre quiere decir cabeza de toro. Se cuenta que era bravísimo. El joven Alejandro Magno descubrió que el caballo le tenía miedo a su propia sombra, por lo que para domarlo simplemente había que montarlo de cara al sol.
El futuro emperador así lo hizo, asombrando a todos los que asistían a la hazaña y que pensaban imposible domar al corcel. Filipo se quedó con el caballo y se lo regaló a Alejandro, poniéndole por nombre Bucéfalo.
Incitato
El caballo favorito del emperador romano Calígula (12-41 d. C). Este monarca estaba tan loco que nombró cónsul (magistrado) a Incitatus. Y este caso no es cuento ni leyenda, sino caso de la vida real.
La devoción de Calígula por su caballo Incitato llegaba a extremos ridículos. En un primer momento mandó construirle una caballeriza de mármol con pesebres de marfil para su uso exclusivo, pero pronto llegó a darle toda una villa con jardines y 18 sirvientes para su cuidado personal.
Marengo
¿De qué color era el caballo blanco de Napoleón? Pues blanco, obvio. Pero la verdad es que el emperador francés tuvo 130 caballos, pero Marengo el más famoso de todos.
De raza árabe, debe su nombre a la batalla de Marengo que los ejércitos imperiales franceses ganaron en Marengo (Italia) el 14 de julio de 1800, fue importado desde Egipto en ese año.
Palomo
Amante de los caballos, tenía a uno en particular como su preferido, cuyo nombre era Palomo. Blanco y de estatura impresionante, fue el fiel compañero de Bolívar y en él cabalgó y salió vencedor en batallas significativas como las del Pantano de Vargas, la Batalla de Juní o la Batalla de Bomboná.
Pegaso
Caballo alado que, según la mitología griega, nació del chorro de sangre que brotó cuando Perseo decapitó a Medusa. Fue gracias a Pegaso que Belerofonte pudo matar a la Quimera y lograr por sí solo la victoria sobre las Amazonas.
Zeus lo convirtió en Constelación, para que fuera eterno. Cuando esto sucedió, un pluma de sus alas cayó cerca de Tarso, y así la ciudad adoptó su nombre.
Rocinante
El flaco caballo de don Quijote de la Mancha. A lo largo de la novela podemos leer la cantidad de sucesos que le va ocurriendo a Don Quijote y a su preciado caballo. Sancho Panza, el inseparable compañero humano del supuesto caballero, en más de una ocasión dejó ver que no le caía demasiado bien el caballo.
Silver
“Hi-yo, Silver, away!” (“¡Arre, Plata, adelante!”). El caballo de Llanero solitario.
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