Veracruz, Mazatlán, Campeche o Mérida, son los lugares donde la diversión nunca termina los días de carnaval
Mauro García Velázquez
México es un país en donde conviven muy diversas culturas y esto se muestra con mucha claridad en sus carnavales, pues se trata de festejos donde se conjugan ritos que datan incluso de la época previa a la conquista española, con otros surgidos justo a raíz de la evangelización.
Sin embargo es en las regiones porteñas, quizá por la influencia de la gente venida del mar, en donde las carnestolendas tienen un perfil más disipado, acorde con el modo como se festeja en otras partes del mundo; es decir, desfiles de carros alegóricos, comparsas con atuendos uniformes y la realización de bailes populares. Buen ejemplo de ello es el Carnaval de Veracruz, en las calles del puerto la cadencia de los ritmos procedentes del Caribe -que siempre han sido parte de la vida del porteño, junto con su alegría y carácter abierto- es la que marca la pauta de la fiesta. Tal vez por esa algarabía es que los veracruzanos lo llaman ‘el más alegre del mundo’.
Durante nueve días se celebra este carnaval, que este 2011 llega a su edición 87, pero es a partir del sábado y hasta el Miércoles de Ceniza cuando los desfiles convocan a miles de personas en el boulevard porteño; previamente se ha coronado a la reina del carnaval y al ‘rey de la alegría’, que por cierto hasta hace unos años se le denominaba ‘rey feo’.
En Veracruz como en Mazatlán -donde la música de banda es la que reina-, y en menor medida, pero con más pompa en Campeche y Mérida, los días son interminables, las 24 horas se vive la fiesta en los principales puntos de estas ciudades. Un baile aquí, un espectáculo allá, algunos con costo y otros gratuitos -las cerveceras se encargan de patrocinar buena parte de la fiesta gracias a los litros y litros de esta bebida que se consumen en estos lugares donde el calor es, por lo general, sofocante-, pero la fiesta nunca termina en observancia a la premisa de que los días de carnaval componen el lapso previo a la temporada de ayuno en el mundo católico.
Finalmente, el miércoles, el entierro de Juan Carnaval marca la llegada de días más sosegados, y cómo no sería así luego de que el estrés fue liberado por el disfrute de los sentidos, con la única limitante que imponen las normas de cada quien, muy laxas en estas fechas de festejo.