En un contexto mundial de volatilidad económica, los
gobiernos se ven en la necesidad de revisar sus
estructuras y programas para eficientar el gasto,
haciendo más con menos.
La devaluación de la moneda china y el sobreendeudamiento de Grecia son dos de los factores que han agudizado la crisis financiera que el mundo arrastra desde 2008.
Hasta hace unos meses la República Popular China era el principal exportador de mercancías y el segundo mayor importador de materias primas; sin embargo, en agosto pasado el Banco Central de la segunda economía más grande del mundo decidió depreciar el yuan para hacer más competitivos sus productos en el mercado internacional. De esta manera beneficia sus exportaciones, pero afecta las de otros países, más aún al disminuir considerablemente sus importaciones.
Por esas mismas fechas Grecia confirmaba su incapacidad para cumplir con las obligaciones de una deuda externa que superaba ya los 300,000 millones de euros.
Esto no sólo ha impactado negativamente en la economía de esa nación, también ha tenido un efecto nocivo en la estabilidad monetaria de la denominada Eurozona, de la que Grecia amenaza con salirse debido a las presiones de sus acreedores. A escala global, la crisis griega ha provocado volatilidad en los mercados financieros y la desconfianza de los inversionistas para colocar sus capitales en economías emergentes como la del país mediterráneo.
Hacia finales de 2015 a estos dos factores de la crisis mundial se suma el posible incremento de las tasas de interés en Estados Unidos debido al fortalecimiento del dólar. También se agrega la baja en los precios del petróleo y de otras materias primas, lo cual repercute en los ingresos de países exportadores. Ante este panorama complejo e inestable, que previsiblemente se extenderá hasta el próximo año, los gobiernos se han visto en la necesidad de tomar decisiones presupuestarias realistas y responsables. Una metodología para ello, basada en la eficiencia del gasto, se conoce técnicamente como presupuesto base cero.
Punto de partida
El presupuesto anual, ya sea de una empresa o de un país, suele elaborarse a partir del presupuesto ejercido el año anterior, quitando o (generalmente) agregando recursos financieros de acuerdo con factores como la inflación o la puesta en marcha de nuevos proyectos. Este método puede ser efectivo en un contexto de relativa estabilidad.
Pero cuando el entorno muestra signos inestables, el presupuesto base cero puede ser una alternativa viable, al no partir del presupuesto ejercido el año anterior, sino de la revisión de las estructuras y programas existentes, a fin de eficientar el gasto.
Para 2016 se ha puesto a consideración del Poder Legislativo un paquete económico que si bien contempla expectativas de crecimiento para el país, también responde a los factores externos que afectan a las finanzas públicas. Uno de esos factores es el alza de las tasas de interés en Estados Unidos, lo cual incrementa el costo de la deuda mexicana y reduce el flujo de capitales hacia el país. Otro es la disminución en los precios internacionales del petróleo, que desde mediados de 2014 han descendido 60%, derivando en cada vez menos ingresos para México de su principal fuente de divisas. Un tercer factor es la desaceleración de la economía mundial, lo cual resulta en bajas ventas y menor precio de los productos mexicanos de exportación.
En este contexto, la propuesta de Paquete Económico 2016 incluye un Proyecto de Presupuesto de Egresos en el cual se plantea ?una reingeniería del gasto con un enfoque base cero y el fortalecimiento del presupuesto basado en resultados, con el objetivo de romper con las inercias del gasto generadas en años de altos ingresos petroleros?. La metodología consistió en revisar a fondo los programas presupuestarios, las estructuras organizacionales, los gastos de operación y las asignaciones para proyectos de inversión, sin considerar los presupuestos de años anteriores. De esta manera se identificaron complementariedades, similitudes y duplicidades, a fin de fusionar, resectorizar y eliminar programas, estructuras, gastos y asignaciones en pro de una administración pública más eficiente y compacta.
Las prioridades
El Proyecto de Presupuesto de Egresos propone favorecer los programas del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) considerados como prioritarios, a fin de lograr dos objetivos: disminución de las carencias sociales que afectan a la población más vulnerable y acceso efectivo a derechos sociales básicos: educación, salud, alimentación, vivienda, un medio ambiente sano, trabajo y seguridad social. Asimismo se protegieron cinco prioridades del gobierno federal: seguridad nacional, ciencia y tecnología, educación superior, cultura y los programas para impulsar la productividad y la actividad económica.
Además se propone la reducción de las estructuras operativas (servicios personales) del gobierno federal, centralizando áreas transversales: administración, planeación, evaluación, vinculación, comunicación social, relaciones internacionales, entre otras, así como la fusión o eliminación de áreas o estructuras que presenten duplicidad o similitudes.
También se plantea reducir y optimizar los gastos de operación, sin afectarla: alimentación, telefonía, comunicación social, viáticos, pasajes, asesorías y consultoría, por mencionar algunos. Adicionalmente se propone mejorar la asignación de recursos destinados a los programas y proyectos de inversión, priorizando los de mayor rentabilidad social y potencial para el crecimiento económico.
El Proyecto contempla la realización de todas estas acciones en un marco de transparencia presupuestaria y rendición de cuentas, sin aumentar los impuestos ni incrementar la deuda pública, haciendo más con menos.
Contra 2015
Aplicando el presupuesto base cero, el gasto neto total propuesto por la SHCP para 2016 es de 4,746,945.7 millones de pesos. El mayor porcentaje de ese presupuesto se destinaría al gasto programable. A su vez, gran parte de este gasto iría a desarrollo social, donde la disminución con respecto a 2015 sería mínima (0.8 por ciento), por la naturaleza del rubro: protección social, educación, salud, vivienda y servicios a la comunidad, protección ambiental y cultura, recreación y otras manifestaciones sociales.
Por su parte, el gasto en funciones de gobierno disminuiría en relación con el año pasado: 5.2 por ciento. A ese rubro pertenecen: justicia, seguridad nacional, asuntos de orden público y seguridad interior, coordinación de la política de gobierno, asuntos financieros y hacendarios, legislación y relaciones exteriores. En tanto, el gasto en desarrollo económico también se reduciría notablemente contra 2015: 15.2 por ciento. Forman parte de este rubro: combustible y energía; comunicaciones y transportes; agricultura y ganadería, silvicultura, pesca y caza; ciencia, tecnología e innovación; asuntos económicos, comerciales y laborales, así como minería, manufacturas y construcción. Asimismo, la mayor parte del gasto programable estaría destinado a gasto corriente (subsidios y pago de bienes, servicios y remuneraciones para prestar los diversos servicios públicos), sufriendo una disminución presupuestal de tan sólo 3.6 por ciento con respecto a 2015. Mientras, el gasto en pensiones y jubilaciones aumentaría 9 por ciento. En contraste, el gasto en inversión disminuiría 21 por ciento en relación con el año previo; no obstante, se continuaría con los proyectos de infraestructura ferroviaria y carretera, puertos, agua potable y saneamiento, hidroagricultura, el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, protección de centros de población y áreas productivas, y salud, entre otros rubros de importancia social y económica.