Una investigación de la Universidad de Bristol busca ampliar los conocimientos acerca de cómo se desenvolvían los primeros vertebrados en conquistar el aire.
Los pterosaurios, reconocidos como esos reptiles ancestrales que remontaban el vuelo en la era Mesozoica, en realidad eran criaturas frágiles que aprovechaban las suaves brisas tropicales y las corrientes de aire termales para volar o aterrizar, revela la Universidad de Bristol (Reino Unido) en un estudio publicado por la revista Proceedings of the Royal Society B.
Para realizar esta investigación, Colin Palmer, director del estudio y con 40 años de experiencia en la industria de la ingeniería, construyó con láminas curvadas, delgadas, de resina epoxi y fibra de carbono, modelos seccionados de las alas del pterosaurio, las cuales fueron evaluadas en un túnel de viento.
Gracias a este experimento el científico asevera que por vez primera se han podido cuantificar las características bidimensionales de las alas de estos grandes animales, por lo cual Palmer lanzó la teroía de que las alas de los pterosaurios estaban adaptadas para vuelos a baja velocidad y que en realidad eran menos eficaces aerodinámicamente de lo que se creía hasta ahora.
Su lento vuelo y la geometría variable de sus alas, que llegó a ser de diez metros de envergadura, permitieron además a los pterosaurios aterrizar muy lentamente, y ello reducía la probabilidad de romper su delicado esqueleto. Palmer comentó al respecto: “Dado que los huesos de los pterosaurios eran delgados y, por ello, más susceptibles a los daños derivados de los impactos, la baja velocidad en el aterrizaje podría haber sido una importante contribución a fin de evitar las lesiones y ayudaría a estos reptiles voladores a alcanzar tamaños muy superiores a los de las aves actuales… La desventaja sería “una extrema vulnerabilidad a los fuertes vientos y turbulencias, tanto en el vuelo como a ras de suelo, muy similar a la que sufren los actuales parapentes”.

