En una escuela abandonada en las reservas para indígenas de Canadá, 215 niños Tk’emlúps te Secwépemc fueron encontrados sin vida.
Antes de que las colonias británicas se establecieran en Canadá, ya había gente ahí. Las naciones indígenas tenían un desarrollo social, comercial y político complejo, independiente a las potencias europeas. Entre ellos, estaba la comunidad Tk’emlúps te Secwépemc: uno de los 17 grupos étnicos más grandes de todo el norte del continente.
Eventualmente, con la invasión del Reino Unido, estas comunidades fueron destinadas a reservas naturales. Alejadas de la nueva civilización, no tuvieron acceso a los mismos recursos educativos y económicos que los demás pobladores del territorio. En un terreno soberbio al norte de Canadá, la Kamloops Indian Residential School es prueba de ello. Recientemente, en el recinto se encontraron 215 cadáveres de niños indígenas.
De escuela para indígenas a catacumba

Este jueves, la Primera Nación Tk’emlúps te Secwépemc denunció el hallazgo de los restos orgánicos de 215 niños indígenas, enterrados bajo una escuela residencial para indígenas. Fueron encontrados cerca de la ciudad canadiense de Kamloops, bajo la supervisión del Departamento de Lengua y Cultura de la comunidad originaria.
Las muertes de los menores, de acuerdo con la Jefa Comunitaria Rosanne Casimir, habían sido indocumentadas hasta el momento, según dijo a CBC:
“Algunos tenían tan sólo tres años. Buscamos una manera de confirmar eso, con el más profundo respeto y amor por esos niños perdidos y sus familias, entendiendo que Tk’emlúps te Secwépemc es el lugar de descanso final de estos niños”.
A pesar de haber seguido operando como tal hasta 1969, el edificio nunca había mostrado señales de entierros masivos, como el que se estima que fue necesario para ese número de cadáveres. De ser un recinto educativo destinado para los pueblos originarios locales, la residencia se convirtió en una catacumba.
La noticia sigue reciente para la comunidad Tk’emlúps te Secwépemc, que trabaja para dar apoyo a las familias afectadas por las pérdidas y con la policía local para recopilar información certera sobre el caso. Podría ser, de acuerdo con Lisa Lapointe, forense en jefe de B.C., que éste no sea el primer caso que quedó omitido bajo un silencio fúnebre.
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Un caso premonitorio

Originalmente, la escuela se fundó para dar clases a 500 alumnos inscritos. Fue en 1890 cuando abrió sus puertas a la comunidad Tk’emlúps te Secwépemc, y dejó de funcionar hasta 1969. A partir de entonces, se convirtió en una institución educativa de inspiración católica durante una década más. Luego fue abandonada.
En la matrícula no sólo había niñas y niños Tk’emlúps te Secwépemc. Personas de diferentes naciones originarias venían a cursar los niveles de educación básica a Kamloops. No fue hasta 2008 que la institución llamó la atención de los medios canadienses nuevamente: 50 muertes de menores se registraron en las cercanías de la residencia.
Esclarecer las matanzas masivas que han sufrido históricamente las comunidades originarias, incluso en el siglo XXI, es complicado. Al respecto, el Gran Jefe Stewart Phillip, no pudo más que expresar su profundo pesar con respecto a los hallazgos recientes de los niños sin vida.
“No hay palabras para expresar el profundo duelo que sentimos como pueblos de las Primeras Naciones y como sobrevivientes cuando escuchamos un anuncio como este”, escribió el líder. Hay veces que, para las comunidades indígenas, no queda más que honrar las vidas perdidas, rezar y seguir adelante.
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