El acto de desenrollar momias egipcias era efectuado por médicos o incluso anticuarios, convirtiendo el momento en un espectáculo siniestro.
Hubo una época en la que desenrollar momias egipcias se hizo una práctica popular entre las clases aristócrata y burguesa de la Inglaterra victoriana (1837-1901).
Esto fue parte de la fiebre que se vivió en dicho periodo por descubrir los secretos del antiguo Egipto. Ello llevó a que la élite inglesa emprendiera viajes o expediciones al país africano para poner en práctica su avanzados o escasos conocimientos en egiptología.
Por desgracia, también proliferaron diversas prácticas, entre esas mismas clases pudientes, que destruyeron mucho del patrimonio del Antiguo Egipto.
Así era la extraña costumbre de reunirse a desenrollar momias egipcias

Muchos aficionados a la egiptología adquirían momias que eran saqueadas de sus tumbas y transportadas hasta Inglaterra. El objetivo era hacer reuniones públicas o particulares en las que el máximo atractivo era desenvolver el milenario cadáver ante la mirada de los ahí presentes.
El acto de desenrollar momias era efectuado por médicos o incluso anticuarios, convirtiendo el momento en una mezcla de espectáculo siniestro y sesión científica.
La práctica comenzó primero entre la aristocracia de Francia y en la misma ciudad de El Cairo, capital de Egipto, donde grupos reducidos de personas se juntaban para ver cómo las momias iban emergiendo a la superficie tras ser despojadas de su mortaja. Estas reuniones eran de carácter oscuro y reservadas a unos pocos.
Thomas “the Mummy” Pettigrew, el hombre que hizo de desenrollar momias egipcias un negocio

Sin embargo, fue en Inglaterra donde esto se convirtió en un espectáculo que muchos aprovecharon para lucrar con él. Ejemplo de ello fue el cirujano Thomas Pettigrew, quien fue pionero en ofrecer espectáculos nocturnos en los que desenrollaba momias y cobraba por ello. Este personaje se hizo tan popular que le apodaban “The Mummy” (“La Momia”).
La idea surgió después de pasar unas vacaciones en Egipto. Ahí fue testigo de los saqueadores de tumbas, quienes extraían los valiosos tesoros hallados en los sepulcros para venderlos al mejor postor.
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Pettigrew montaba un espectáculo donde inventaba todo tipo de historias acerca del origen de las piezas que exhibía. Para ello utilizaba actores y narradores que le imprimían dramatismo a los relatos. Muchas personas se veían atraídas a estas sesiones cuyos boletos se agotaban en cuestión de horas. A lo largo de los años se descubrió que muchas de las momias que este hombre exhibía eran falsas.
Este personaje actuaba bajo el amparo de la Sociedad Arqueológica Británica, en cuya sede llegó a ofrecer buen parte de sus espectáculos. Y es que este organismo recibía donaciones por parte de Pettigrew, quien era uno de sus miembros directivos.
“La Momia” era influyente y bien conocido en los círculos de estudiosos del antiguo Egipto, pues era autor del libro Historia de las momias egipcias (1834) y contaba entre sus amistades a figuras como el escritor Charles Dickens.
La audiencia solo deseaba ver el cadáver y los objetos con los que había sido sepultado
Uno de los espectáculos de desenvolver momias egipcias más recordados ocurrió el 10 de junio de 1850 en casa del aristócrata Lord Londesborough. El evento contó con Samuel Birch, conservador de antigüedades orientales del Museo Británico, como maestro de ceremonias.
A menudo poco importaba que los oficiantes no tuvieran formación arqueológica o médica, como era el caso de Birch: la audiencia solo deseaba ver el cadáver y los objetos con los que había sido sepultado.
La momia que Birch desenvolvió apareció con un ejemplar del Libro de los muertos en perfecto estado de conservación, algunos amuletos y unos guantes de plata que cubrían las manos de la momia.
Con el paso del tiempo, el interés por desenrollar momias egipcias se apagó. En buena parte tuvo que ver el hecho de que la egiptología logró tal avance que el público y los científicos se vieron más interesados en preservar los tesoros arqueológicos en lugar de destruirlos.
Margaret Murray, la primera mujer del Reino Unido en ser nombrada profesora de arqueología, fue también la última en llevar a cabo este tipo de actos frente a una audiencia, en Manchester en el año 1908.
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