No hay razones para celebrar El Día Internacional de la Mujer. Por el contrario, sobran argumentos para conmemorarlo.
En materia de género, las victorias que han conseguido las mujeres no se han ganado en silencio. Por el contrario, se han conseguido tomando los espacios públicos, inundando la educación con fundamentos de equidad, abriéndose espacio en la fuerza laboral, virando el lenguaje hacia horizontes más incluyentes. En fin, cambiando —lenta, pero seguramente— el paradigma heteropatriarcal. El Día Internacional de la Mujer es un estandarte de esta revolución.
¿Por qué el 8 de marzo?

Es una realidad que, en las sociedades occidentales y orientales, la mujer tiene un lugar social en desventaja. Cada 8 de marzo, desde 1977, la Organización de Naciones Unidas (ONU) estableció que se conmemoraría la revolución que, desde hace siglos, las mujeres han logrado a nivel ideológico, político y social.
Específicamente el 8 de marzo de 1908, 129 mujeres fueron asesinadas al manifestar su descontento con las condiciones de trabajo en una fábrica textil de Nueva York. El espacio fue incendiado, mientras ellas pedían una reducción en su jornada laboral a 10 horas.
El dueño de la empresa mandó cerrar las puertas de la fábrica, y las obreras murieron asfixiadas y quemadas. Dos años más tarde, se estableció que el Día Internacional de la Mujer Trabajadora sería en la misma fecha, en honor a las caídas en el incidente neoyorquino.
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¿Por qué no se celebra el 8 de marzo?

Durante décadas, la fecha se tomó como una excusa para regalar flores, chocolates y otros detalles que refuerzan un ideal femenino romántico, que en la actualidad resulta más bien arcaico y representa muy poco la lucha de género. El papel de la mujer como madre que se queda en casa y no participa de las decisiones políticas de su sociedad parece ya no tener la misma fuerza que históricamente se le ha asignado al nacer.
La huelga del 8 de marzo de 1908, por supuesto, no ha sido el único esfuerzo internacional por abrir espacio a las mujeres en la discusión pública. Por el contrario, es producto de siglos de esfuerzos por quebrar el pacto heteropatriarcal, denunciar las injusticias que resultan de los esquemas de opresión machistas —y resistir la violencia por intentarlo.
Por esta razón, el Día Internacional de la Mujer no se celebra. Por el contrario, se conmemoran los largos años de lucha que las mujeres han llevado a cabo, y que todavía no termina. A pesar de los muros que se han erigido para detener las olas del feminismo, la revolución no se detiene: avanza.
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