Linya tenía entre 17 a 20 años cuando murió en circunstancias desconocidas. Su cuerpo fue colocado bocarriba y podría ayudar a entender más sobre la vida de los Homo sapiens en la península ibérica.
La Cova Gran de Santa Linya es un yacimiento arqueológico rocoso ubicado en Lérida, al sur de España. Explorada desde hace al menos 18 años por el Centro de Estudios del patrimonio Arqueológico de la Universidad Autónoma de Barcelona (CEPARQ), se trata de un sitio clave para conocer más a fondo cómo fue la vida de los humanos antiguos en la península.
En su interior, se han hallado herramientas de piedra, puntas de lanza y otros indicios que sugieren que las diversas semibóvedas del lugar funcionaron como un refugio natural para neandertales y Homo sapiens hace miles de años.

Sin embargo, nunca antes se habían descubierto restos humanos en el sitio, hasta que el hallazgo de una falange en un sitio remoto sorprendió a los arqueólogos en la zona.
En el verano de 2020, siguiendo el rastro de la falange, los arqueólogos dieron con dos fémures, la pelvis, restos del antebrazo y de las piernas. Más adelante, se desenterraron restos mucho más difusos de la columna vertebral, costillas y el cráneo, todo sepultado a dos metros de profundidad en una zona rocosa alejada a unos cuarenta metros de los hallazgos iniciales.
Los análisis demuestran que se trataba de una mujer joven, de entre 17 y 20 años, que murió hace aproximadamente 14 mil 100 años en el lugar y recibió el nombre de Linya.
La mujer fue hallada en posición decúbito supino; es decir, bocarriba, con las extremidades extendidas y la mirada hacia el cielo.
Y aunque este primer indicio apuntaba claramente a que otros humanos que convivieron con ella aprovecharon las formas de la cueva para introducir sus restos en una especie de nicho natural, mismo que fue sepultado posteriormente por rocas que cayeron en el sitio, los autores de la investigación son cautos y mantienen abiertas otras hipótesis.
“El tratamiento mortuorio entre los cazadores-recolectores señala varias posibilidades, que oscilan entre un entierro intencional, un entierro secundario, una aportación parcial del cuerpo, canibalismo o muerte accidental. Estos escenarios los tendremos que evaluar en función de los resultados que proporcione la excavación del espacio en el que han aparecido los restos”, explica Jorge Martínez-Moreno, investigador del CEPARQ.
El equipo continuará excavando en busca de evidencia definitiva de que los restos de Linya fueron dispuestos intencionalmente por otros miembros del grupo. La presencia de otros objetos como pieles o fibras vegetales podría confirmar que se trató de un ritual funerario.

La evidencia de Homo sapiens que vivieron durante la última etapa del Paleolítico superior (entre 20,000 y 12,000 años antes de nuestra era) en la península ibérica es escasa.
Aún no se sabe mucho sobre los grupos humanos que se establecieron en Prepirineos, la zona más austral de la cordillera con cumbres más bajas que el corazón de los Pirineos; sin embargo, es probable que los asentamientos encontraran en este sitio un refugio a las inclemencias propias de la Oscilación de Allerød, un evento que provocó cambios drásticos de temperatura y un aumento de la lluvia en esta región hace 14 mil años.
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