Casas, escuelas y oficinas se llenan de altares cada año a finales de octubre y hasta el 2 de noviembre para honrar a los difuntos. Aunque cada altar tiene piezas relacionados con el fallecido, hay ciertos elementos que no deben faltar.
Elementos de una ofrenda de Día de Muertos
El agua: simboliza la pureza y se ofrece para saciar la sed de las ánimas.
La sal: es el elemento de purificación, a través de ella se asegura que el cuerpo no se corrompa en su camino.
Las velas y veladoras: representan la luz, esperanza y la fe, además de que iluminan el camino de los espíritus. Se colocan cuatro en forma de cruz para representar los puntos cardinales y ayudar a orientar a las ánimas.
El copal e incienso: se utiliza para eliminar a los malos espíritus y favorece la alabanza.
La cruz de ceniza: sirve para que al llegar el ánima hasta el altar pueda expiar sus culpas pendientes.
Fotografía: honra a la persona que fue en vida.
Comida: se eligen los platillos favoritos del difunto.
Calaveritas de azúcar: aluden a la muerte.
Papel picado: dan colorido e invitan a celebrar.
Las flores: se usan para adornar y aromatizar, también son símbolo de festividad. La más representativa es el cempasúchil.
El petate: sirve como cama, para proporcionar descanso y como mantel, donde se colocan los alimentos favoritos del difunto.
El izcuintle: ( también conocido como xoloitzcuintle): este perrito mexicano es importante para alegrar a las ánimas de los pequeños.
El pan: simboliza la fraternidad y el Cuerpo de Cristo. Es uno de los componentes más significativos.