Juan Diego no fue la primera persona en ‘ver’ a la Virgen de Guadalupe. El culto comenzó siglos antes, revelan registros históricos.
Ni siquiera la pandemia por COVID-19 pudo detener el influjo de millones de personas que llegaron a la Ciudad de México para visitar a la Virgen de Guadalupe. A diferencia de otras imágenes relacionadas a la madre de Jesús, en la iconografía católica, ésta es la primera representación morena de la que se tiene registro.
En México, se atribuye a un ‘milagro mariano‘, que sucedió en la época colonial frente a un hombre chichimeca conocido históricamente como ‘Juan Diego’. Sin embargo, el culto a la Virgen de Guadalupe se puede rastrear hasta siglos antes. Originalmente, de acuerdo con *, empezó en el siglo XII en España, durante el Medioevo. Ésta es su historia.
El mito mexicano

Durante 2020, el gobierno capitalino de México no permitió visitas a la Basílica de Guadalupe. El año anterior, sin embargo, el templo “recibió 11 millones de visitantes“, de acuerdo con la cobertura de AFP. Todos ellos, peregrinos que visitan el recinto el 12 de diciembre, con motivo del Día de la Virgen de Guadalupe.
Aunque ésta es la peregrinación más numerosa de todo el continente americano —y se posiciona sólo por debajo de las visitas a la Mecca—, la devoción a la Virgen de Guadalupe es mucho más antigua de lo que predica la tradición mexicana. Cuenta el mito que, hace 490 años, ‘la Morenita’ —como se le llama coloquialmente a la figura— se le apareció a Juan Diego 3 veces, pidiéndole que alertara al obispo de Nueva España sobre su presencia en el territorio.
El mito mexicano concluye con que, cuando el chichimeca finalmente visita a Fray Juan de Zumárraga, el obispo de Nueva España, en su ayate apareció una impresión mística de la Virgen de Guadalupe. El sincretismo cultural y la fuerza devocional que esta imagen ha generado en el país promueve que, año con año, millones de peregrinos lleguen a la Basílica para celebrar su figura y pedir su protección.
Sin embargo, este tipo de movilizaciones tienen más tiempo de lo que se enseña en México. Aunque la tradición dice que empezó hace casi 5 siglos, podría ser que las peregrinaciones para adorar a esta figura daten de hace más de 900 años. Ésta es la razón.
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Cerca del río Guadalquivir

De acuerdo con la mitología católica, la primera persona en representar a la madre de Jesús fue el evangelista Lucas. Según los registros históricos, él fue el único de los evangelistas que habló directamente con ella, durante su vejez, para registrar su punto de vista sobre la vida y obra de su hijo. Poco después de que María muriera, talló su imagen en una piedra.
Cuando Lucas falleció, la talla fue enterrada junto con él. No fue hasta el siglo IV d.C. que sus restos y la imagen serían exhumados para resguardarse en Constantinopla, que en ese momento ya era oficialmente un punto álgido del catolicismo. Para la Edad Media, la imagen causaba tal devoción que el Papa Gregorio Magno la colocó en su oratorio. Poco tiempo más tarde, la talla de Lucas fue enviada a Sevilla.
Para entonces, la devoción a la virgen ya se había extendido en varios países católicos europeos. A pesar de ello, en España había una fuerte resistencia musulmana en el sur. Por esta razón, en el año 711, para evitar que en la invasión árabe estas imágenes desaparecieran, fueron enterradas cerca del río Guadalquivir. Algunos historiadores ligan el nombre ‘Guadalupe’ al espacio donde las reliquias se resguardaron cerca de 500 años, en territorio español.
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Un diseño medieval

A pesar de las resistencias que este tipo de hipótesis generan, hay elementos en la representación de la Virgen de Guadalupe que sugieren un origen europeo, y no mexicano. De acuerdo con Leonardo Huerta, en su artículo para Gaceta UNAM, la forma misma de la virgen puede rastrearse a la iconografía medieval católica:
“La pintura de la Virgen se realizó conforme un modelo iconográfico medieval, conocido como mulier amicta sole (mujer vestida de sol), utilizado en Flandes y en Alemania para representar a la virgen María”, explica Huerta.
Esto coincide con el hecho de que es una mujer envuelta en rayos ‘divinos’, que está parada sobre una media luna, con una corona sobre la cabeza. Varias otras vírgenes medievales obedecen este mismo canon de representación. Por esta razón, se piensa que la representación mexicana de la Virgen de Guadalupe se le encargó a Marco Cipac Aquino, un pintor indígena instruido por monjes benedictinos.
No fue hasta el siglo XVI que el arzobispo de México, Alonso de Montúfar, nombró oficialmente a esta representación como ‘Virgen de Guadalupe’. Algunos antropólogos difieren de la teoría del río Guadalquivir, y piensan que la palabra viene del náhuatl coatlallope: «la que aplasta a la serpiente».
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