Los Kapaemahu eran la mezcla perfecta entre la masculinidad y la feminidad en corazón, alma y espíritu, según la tradición oral de Hawaii.
Fueron 4 las personas las que emprendieron un viaje peligroso por el mar. Desde una isla en Tahití, se enfrentaron a las olas por primera vez: nadie nunca antes había tenido la fortaleza física, las armas, ni las embarcaciones para navegar aguas tan profundas. Después de meses de precariedades, los Kapaemahu llegaron a las costas de Maikiki: aunque no lo sabían, habían llegado a su tierra prometida.
Fue así como los primeros seres humanos, según la tradición oral de Hawaii, empezaron a poblar las islas del Pacífico. Con la piel tostada por el sol, lanzas y cánticos ceremoniales, estas personas estaban determinadas a formar un hogar entre la selva, la arena virgen y el cielo estrellado de la noche. Ninguno de ellos se identificaba como hombre ni como mujer: eran un poco de ambos, según el día, las formaciones celestes, y el espíritu que les habitara.
Construir con la voz

Cuando llegaron a Maikiki, pensaron que estaban solos en aquel paraje tropical. Sin embargo, un grupo de mujeres les recibieron. A diferencia de otros visitantes, ellos optaron por hablar con claridad, pero suavemente. No optaron por la violencia. Se identificaron como māhū: la mezcla perfecta entre la masculinidad y la feminidad en corazón, alma y espíritu.
Recibieron su nombre de su líder, quien se llamaba a sí mismo Kapaemahu. En honor a su tribu, agregó su expresión de género y sexualidad al final de su nombre. Gracias a su acercamiento pacífico, los dioses de Hawaii favorecieron a los 4 visitantes con buena suerte. Muy pronto, según explica el documental de AEON, se integraron a la sociedad de Maikiki como curadores, cocineros y enlaces con el estrato divino.
Los ancianos y los enfermos acudían a los māhū para aliviar sus dolores, tanto del alma como del cuerpo. La tradición dice que poseían un gran poder espiritual, que les permitía sanar a las personas sólo con el tacto. Tras su llegada, vinieron años de paz y misericordia a toda la isla.
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Habilidades innatas que nadie más tenía

Junto con Kapaemahu, los visitantes poseían habilidades innatas, que nadie nunca había visto en todo Hawaii. Uno de ellos podía curar a la gente sólo con leer los contenidos de su alma. Otro más poseía clarividencia: podía resolver problemas con la claridad de los dioses. Por último, el líder y otro de sus compañeros podían curar con el aliento o con el tacto. Se dedicaron a curar a la gente por años.
Ninguno de ellos dejó que los roles asignados binariamente al nacer definiera su función en la sociedad ni su camino de vida. Por el contrario, durante décadas, se dedicaron a transmitir su conocimiento médico y sabiduría a otras personas que habítaban las islas de Hawaii.
Por ello, los pobladores decidieron construir monumentos monolíticos en su honor, en una de las montañas más altas: así podrían recordarles en el lugar que se merecían, cerca de las estrellas. Cada uno de los seguidores de Kapaemahu transmitió su sabiduría a las 4 piedras, en un acto ceremonial que pudiera recordarles a los pobladores cómo sanar, cómo hablar con los demás, cómo no caer en la violencia.
Una vez que el ritual terminó, los Kapaemahu desaparecieron.
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