Napoleón se enteró de sus peores derrotas con una médium, Marie-Anne Lenormand, quien le hacía a consultas de Tarot. Ésta es su historia.
Napoleón Bonaparte fue un hombre de mundo. Incluso antes de convertirse en emperador de Francia —y todos sus demás dominios—, dedicó largas horas de su formación a leer a los maestros antiguos. Para 1785, ya estaba inscrito en la escuela militar más poderosa de todo el país. Al egresar, se convertiría en segundo teniente en un regimiento de artillería del ejército francés. A pesar de su registro académico sobresaliente, y de su carácter racional, Napoleón se enteró de sus peores derrotas con lecturas de Tarot.
Su matrimonio, sus mayores fracasos bélicos e incluso la fecha exacta de su matrimonio le fueron revelados por la adivina Marie-Anne Lenormand. En la época, gozaba de fama internacional por sus predicciones acertadas. Lo que es más: algunos historiadores y médiums contemporáneos la consideran como la más grande cartomante de la historia. Ésta es su historia.
El destino revelado en las cartas
Marie-Anne Lenormand nació en la provincia francesa. Al quedar huérfana a los 5 años, heredó la fortuna de su padre, un comerciante de telas reconocido en todo el país. A pesar del éxito mercantil que había alcanzado su familia, decidió no seguir el negocio familiar. Por el contrario, encontró sus propios clientes entre las élites en el poder de Francia.
Militares y políticos franceses la visitaban en su estudio personal para hacerle consultas. Ella se describía a sí misma como una ‘mujer de canales abiertos’, que le permitían interpretar el futuro con las cartas del Tarot. Algunas fuentes aseguran que Marie-Anne Lenormand revolucionó la cartomancia francesa, iniciada en el siglo XVIII, y le dio un lugar de importancia a estas prácticas adivinatorias en la cúpula del poder francés.
Aunque sus clientes más asiduos fueron líderes de la Revolución Francesa, como Robespièrre y Marat, Lenormand no se limitó a políticos de su propio país. Por el contrario, se tiene registro de que incluso los zares rusos y otros emperadores acudían a ella para tomar decisiones que podrían cambiar el curso de su mandato para siempre. Uno de ellos, fue Napoleón Bonaparte.
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Con el consejo de ‘Madame Lenormand’

Matemática, druida, astrónoma —y astróloga—, estudiosa de la cábala judía y de los horóscopos, Marie-Anne Lenormand se ganó fama internacional desde muy temprana edad. Desde los 14 años, que llegó a París, decidió profesionalizar sus dones adivinatorios. A los 17, ya ofrecía consultas privadas a sus vecinos. Fue así como, de boca en boca, se ganó la fama que construiría su camino hasta las élites en el poder.
Se sabe que las paredes de su consultorio estaban repletas de murciélagos disecados y esqueletos humanos. Incluso a pesar de la decoración excéntrica de su estudio, cientos de políticos la iban a visitar. Así la describió Capitán RH Gronow, cronista de las celebridades de la época:
“Era imposible para la imaginación concebir un ser más horrible. Parecía un sapo monstruoso, hinchado y venenoso. Tenía un ojo de la pared, pero el otro era un perforador. Llevaba un gorro de piel en la cabeza, desde debajo del cual miraba a sus horrorizados visitantes”.
A pesar de su aspecto desfavorecido, Marie-Anne Lenormand practicó la cartomancia durante, al menos, 4 décadas. En esos 40 años, atendió numerosas veces a Napoleón Bonaparte, quien pedía su acompañamiento para diseñar sus tácticas de invasión más trascendentes. Fue así como Madame Lenormand —como se le conocía popularmente—, se convirtió en una consejera personal del emperador.
Amiga de emperatrices y animales
Marie-Anne Lenormand fue amiga cercana de Joséphine, la esposa de Napoleón Bonaparte. Además de predecir la fecha exacta de su casamiento, se volvió íntima confidente de la emperatriz de Francia. Al punto que, según dicen, llevaba a su perro galgo a los aposentos del emperador sin que nadie la detuviera.
Al tiempo que Lenormand era ampliamente respetada en la corte napoleónica, era bien sabido que la gente le tenía miedo. Sus ‘habilidades’ de las artes oscuras causaban temor a la gente que rondaba las élites en el poder. Hay autores que aseguran, incluso, que Napoleón no estaba muy de acuerdo con que Madame Lenormand fuera tan cercana a su esposa. Sin embargo, permitió que la relación se estrechara sin imponer resistencia.
A pesar de eso, Marie-Anne Lenormand le dijo en las cartas específicamente cuándo se divorciaría y la fecha precisa de su exilio. En esa misma lectura, le aseguró que moriría por su cuenta, fuera de Francia, en 1821. Todas las predicciones de la médium se cumplieron —y nadie sabe realmente por qué. Ella murió a los 71 años sin herederos, pero con un legado que, según dicen, sigue influyendo la cartomancia contemporánea.
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